Héctor Alonso

Ahí viene la plaga…

Ahí viene la plaga…
Héctor Alonso, editor de ActualidadHumanitaria.com
David Cameron se me ha aparecido en sueños esta noche cantando esta vieja canción de los Teen Tops apostado en la salida del Eurotunnel, mientras miles de inmigrantes subsaharianos asomaban la cabeza para ver si ya estaban en Gran Bretaña. A Cameron no le conozco ninguna virtud, pero sí algunos defectos, entre ellos la escasa empatía con quienes han tenido que abandonar sus países huyendo de la guerra o la persecución, y el de ser un bocazas. Desde luego, Cameron tiene fama de bocazas en su país: en enero de este mismo año propuso la prohibición de los sistemas de mensajería instantánea, como el  whatsapp y el telegram para evitar que los terroristas se comuniquen entre ellos con total impunidad.

 

 

Héctor Alonso

 


También ha desvelado conversaciones privadas con la Reina Isabel II: dijo que la soberana «ronroneó de placer» cuando la informó de que en Escocia había ganado el «no» a la independencia. Cameron, asimismo, reconoció que  tiene un «problema» de comunicación con las mujeres después de proferir respuestas machistas a mujeres parlamentarias durante los debates en la Cámara de los Comunes: «cálmate querida», le dijo a una diputada laborista. A otra la llamó «frustrada». Ahora asegura que defenderá su país «de la plaga de inmigrantes», lo que ha provocado la indignación de las organizaciones humanitarias de su país.
Desde junio han muerto al menos nueve inmigrantes intentando entrar en Gran Bretaña a través del Eurotunnel. No eran insectos, sino personas. Sólo he sido capaz de averiguar el nombre de uno de ellos: se llamaba Sadik, era pakistaní, tenía 30 y murió el 28 de julio, según tuiteó ayer jueves el profesor de Cooperación al Desarrollo Carlos Gómez Gil.
Desde enero han sido interceptados 37.000 inmigrantes intentando llegar a Gran Bretaña a través del Eurotunnel. El año pasado ya aparecieron las primeras informaciones, sin demasiada repercusión, que denunciaban la situación deplorable de miles de inmigrantes acampados en Calais, en las cercanías de las instalaciones del Eurotunnel, esperando poder saltar por la noche las barreras para meterse en los bajos de los camiones que esperan para ser conducidos a los trenes que los llevarán al otro lado del Canal de la Mancha. «El Gurugú» francés le llaman, rememorando los infernales campamentos instalados en el monte marroquí de ese nombre donde malviven los subsaharianos que quieren saltar las vallas de Melilla.
Calais es el final de la escapada, la última frontera y la última esperanza de estos refugiados, que es lo que son en realidad. Han llegado allí después de atravesar el Mediterráneo, la frontera que separa Turquía de Grecia o la que separa Serbia de Hungría. Una vez lo logran entran en el Espacio Schengen y pueden moverse con relativa facilidad por Europa hasta llegar a Calais. Es fácil imaginar que la policía de los países que van atravesando les dejan continuar cuando se informan de que van a Calais. Puente de plata. También puede sospecharse que las autoridades francesas hacen la vista gorda pensando: «que se apañen los ingleses». Hasta ahora no han hecho un gran esfuerzo por reforzar la vigilancia de esas vallas que, al fin y al cabo, protegen un túnel que pertenece a un consorcio privado. Se quieren quitar el muerto de encima.
El pasado 19 de junio, con motivo del Día Mundial de los Refugiados, publiqué en estas páginas un artículo en el que analizaba la ineficacia de la Unión Europea en afrontar la crisis de los «migrantes ilegales» como se les llama ahora. También publicamos un artículo del profesor  Ruben Andersson que explicaba que las rutas de estos migrantes se están globalizando, lo que significa, simplificándolo, que si cierras una puerta ellos encontrarán otra por donde pasar: si cierras la frontera de Ceuta pasarán por Grecia. Si cierras Grecia lo harán por Serbia. La solución que proponía el profesor no es reforzar el modelo represivo, que lo único que consigue es aumentar el riesgo que tienen que asumir los inmigrantes y el precio que les cobran los traficantes de personas, sino actuar en la raíz del problema: las causas que hacen que estas personas estén dispuestas a morir por encontrar un lugar donde vivir.

 

Sabemos, sin embargo, que no se hará nada de eso. Como mucho Francia empezará a actuar para despejar ese campamento, los ingleses blindarán el túnel y la crisis de los refugiados se trasladará a otro lugar.


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