La población de Botswana, Namibia, Zambia y Zimbabwe, en riesgo de inseguridad alimentaria
Héctor Alonso
Cuando todavía no se han recuperado de los efectos de la sequía de 2019 y en pleno impacto de la pandemia por COVID-19 y la crisis económica que está provocando, millones de personas de cuatro países del sur de África –Botswana, Namibia, Zambia y Zimbabwe– se enfrentan ahora a la amenaza del hambre por culpa de la langosta migratoria.
En enero de este año otra buena parte del continente sufrió la plaga de la langosta del desierto, otra especie que arrasó centenares de miles de kilómetros cuadrados de Etiopía, Kenia y Somalia. Para combatirla la Fundación de Bill Gates donó diez millones de dólares. Fue la peor de los últimos setenta año -se llegaron a localizar enjambres de una superficie superior a los 2.400 kilómetros cuadrados-. En cada kilómetro cuadrado puede haber hasta 40 millones de langostas.
En esta ocasión El Fondo Mundial de la Alimentación de la ONU (FAO) está tratando de coordinarse con la Comunidad de Desarrollo de África Meridional (SADC) y la Organización Internacional para el Control de la Langosta Roja para África Central y Meridional (IRLCO-CSA) para ayudar a los gobiernos de los países afectados a controlar las langostas.
Uno de los problemas a los que se enfrentan es que algunas de las zonas donde se sitúan los enjambres están aisladas y son de difícil acceso.
Peligro para la seguridad alimentaria
Las langostas se encuentran entre las plagas más destructivas del mundo. Un enjambre puede contener decenas de millones de ejemplares y consumir en un día el equivalente a 2.500 personas. El resultado es la destrucción de las cosechas y las zonas de pasto para el ganado en pocas horas.
Otro problema es que las langostas están llegando antes de las cosechas, por lo que los países podrían quedar desabastecidos de los alimentos básicos, como el sorgo, principal, cultivo de Botswana. Los enjambres están llegando ya, según ha comunicado la FAO, a la principal región agrícola del país. Y lo mismo está pasando en Namibia. En Zambia está afectando también a las zonas de pastoreo. En resultado será una crisis alimentaria que necesitará del apoyo de la comunidad internacional para evitar una hambruna en la zona.