Podrían morir más personas por las consecuencias económicas y sociales de la pandemia que por el propio virus.
Héctor Alonso
Una de las principales consecuencias de la pandemia por COVID-19 será, probablemente, una «pandemia de hambre» provocada por la crisis económica que está arrasando muchos países. Así lo ha advertido el director del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley. Hace cinco meses dijo lo mismo y se tomaron medidas que evitaron la hambruna en una treintena de países. Sin embargo, conforme se prolonga la pandemia y muchos países continúan con las economías cerradas o paralizadas, el riesgo de que millones de personas se vean al borde del hambre aumenta. Por esa razón ha vuelto a pedir fondos ante el Consejo de Seguridad de la ONU: 4.800 millones de dólares para alimentar a más de 30 millones de personas durante un año.
Las medidas que se tomaron entonces fue la suspensión del pago de la deuda de las naciones más pobres para permitir que dedicaran recursos a combatir la enfermedad. También aumentaron las donaciones de los países más ricos haciendo posible que se atendiera a más de 85 millones de personas en la primer mitad del año y con el objetivo de llegar a un total de 138 millones de personas a fin de 2020. Cerca de 30 millones de personas se alimentan cada día por la ayuda internacional. Son necesarios 4.900 millones de dólares para financiar su alimentación y garantizar su supervivencia, según el PAM.
A día de hoy, según datos del PMA, otros 270 millones de personas están al borde de la inanición, la mayoría en países sumidos en conflictos. Un total de 2.000 millones de personas de todo el mundo viven de la economía informal. Para ellos perder un solo día de trabajo significa no comer.
Niños sin vacunar
Otra consecuencia grave de la pandemia ha sido la suspensión de las campañas de vacunación en países de África al restringirse la movilidad y desviar recursos a la lucha contra la COVID-19. No vacunar a los niños podría suponer, según La London School of Health and Tropical Medicine que por cada muerte por COVID-19 evitada se produzcan 80 muertes de niños por enfermedades evitables.
Resumiendo, pueden morir más personas por las consecuencias económicas y sociales de la pandemia que por el propio virus, sobre todo el África, donde la epidemia no está siendo tan grave como se preveía.
Países en grave crisis
Los países que se encuentra ya en crisis graves son: República Democrática del Congo (RDC), Yemen, Nigeria, Sudán del Sur y Burkina Faso. Y en América Latina, sobre todo en Centroamérica, millones de personas están ya pasando hambre.
En RDC se ha pasado de 15 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria crítica, al borde de la inanición, a 22 millones, por culpa de la COVID-19 y la violencia en buena parte del país, que impide, además, la distribución de ayuda o medicamentos.
Yemen sigue siendo la peor catástrofe del mundo: 20 millones de personas dependían de la ayuda para sobrevivir. La cifra ha aumentado hasta los 23 millones en los últimos meses pero la asistencia está disminuyendo y el acceso es cada vez más complicado por el cierre de puertos y aeropuertos.
En Nigeria el confinamiento y las medidas han provocado una caída de hasta el 80 por ciento de los ingresos de los hogares, llevando a la inseguridad alimentaria a millones de personas.
Sudán del Sur ya era una crisis grave antes de la pandemia, pero la violencia ha desplazado a decenas de miles de personas y los brotes se están multiplicando por el país, y entre una población desplazada que ha perdido sus medios de vida. Solo en la ciudad de Juba 1,6 millones de personas podrían estar al borde de la hambruna.
Burkina Faso es un caso parecido: la violencia en medio de la pandemia ha llevado a 3,3 millones de personas a la crisis alimentaria.
Por último, en América Latina hay 17 millones de personas en inseguridad alimentaria grave en la actualidad. Muchos cuelgan banderas blancas en las ventanas para pedir ayuda.