Más de 17 millones de personas en India, Bangladesh y Nepal han perdido sus hogares y sus medios de vida por culpa del monzón más destructivo de las últimas décadas, agravado por la extensión de la COVID-19.
Aunque los muertos no parecen demasiados -630 hasta el momento- las consecuencias sobre la salud y las expectativas de vida de millones de personas están siendo catastróficas: la mitad de las provincias de Bangladesh están sumergidas por el agua, y al menos un millón de familias están aisladas. En Nepal los deslizamientos de tierras han sepultado a casi 200 personas y en la India 12 millones de personas están directamente afectadas por las inundaciones.
La preocupación de las autoridades sanitarias es el creciente riesgo de malaria, enfermedades diarréicas o dengue, así como un aumento de la COVID-19. En 2019 Bangladesh sufrió un brote de dengue con más de 100.000 casos y 180 muertes tras el monzón. India registró 136.000 casos. Por eso Cruz Roja y Media Luna Roja están distribuyendo mosquiteras y tratando de prevenir la extensión de la malaria y el dengue. Por culpa de la pandemia el trabajo habitual de destruir los reservorios de mosquitos no se pudo completar, por lo que se teme una gran explosión de la malaria.
Las camas hospitalarias están saturadas por los casos de COVID-19: se registran 50.000 casos al día en la India, más de 240.000 casos totales en Bangladesh y 20.700 casos totales en Nepal.