Manuel Díaz Olalla

Temas Candentes, La crisis de los refugiados en Europa

Temas Candentes: La crisis de los refugiados en Europa
Responde Manuel Díaz Olalla, médico y cooperante. Miembro de la SEMHU

La Revista Temas ha planteado en su último número un debate sobre la crisis de los refugiados en Europa, trasladando cuatro preguntas a reconocidos expertos en la materia. El médico y cooperante Manuel Díaz Olalla, miembro de la SEMHU, ha respondido a estas cuestiones.
1.- ¿Qué medidas debe poner en marcha la Unión Europea para solucionar el actual problema humanitario de los refugiados?
2.-. ¿La situación actual debe enfocarse desde el punto de vista del control de fronteras dentro de la Unión Europea, o son necesarias otras políticas? ¿Qué políticas? ¿Se están respetando en Europa las normativas vigentes de asilo y refugio?
3.- ¿Deberían emprenderse nuevas iniciativas en este sentido? ¿Cuáles?
4.- ¿Cómo valora la posición que está manteniendo el actual Gobierno de España en esta crisis? ¿Qué tendría que hacer?

 

 

Manuel Díaz Olalla

1.- La atención humanitaria a los refugiados que vagan por Europa o a cualquier victima que la necesite, es lo prioritario, como en cualquier crisis. Alimento, abrigo, techo mínimo, asistencia sanitaria y saneamiento ambiental son las primeras y más urgentes necesidades a atender. En este momento los principales objetivos de la misma no pueden ser otros que la supervivencia de los afectados, aliviando su sufrimiento, acompañándoles en el éxodo y asegurándoles unas mínimas condiciones de vida acordes con la dignidad humana. Se debe dar respetando los principios humanitarios que son un resumen de los derechos humanos y del derecho internacional. Por ello se debe poner a disposición de quienes la necesiten por humanidad, con la única intención del auxilio, sin pretensiones de devolución o contrapartidas ni ahora ni en el futuro, debe ser universal (no puede haber fronteras cuando se trata de atender a las víctimas y, si las hubiere, prima el derecho de ellas a ser atendidas), e imparcialidad (sin importar quiénes son, etnia, raza, religión, ideas o pasado), el que la brinde debe ser independiente de el que la provocó y  debe contar con la aceptación de los beneficiarios.  En este momento, y como no se le escapa a nadie, Europa cumple muy pocos de los mínimos básicos requeridos, tanto por su gran responsabilidad en la provocación del desastre como por su cicatera respuesta actual, por lo que la atención debería ser coordinada por una organización supra-nacional (la ONU o alguna de sus agencias, como el ACNUR) debiendo quedar la asistencia directa en manos de organizaciones independientes (ONG’s).

2.- Evidentemente el control de fronteras no es la solución. En Europa no se están respetando en este momento las normas de asilo y refugio. Estamos asistiendo a una fase más de lo que podemos llamar la estrategia de “la ratonera”: se trata de atacar con saña lugares donde vive la población civil y, a continuación, taponar sus vías de huida en busca de socorro. Lo practicó la coalición internacional, en la que participaban muchos países europeos, en Afganistán en 2001 y en Libia en 2011. Ahora se vive otra versión de la misma ignominia.  Es precisa la libre circulación tanto de los refugiados como de las organizaciones humanitarias hasta conseguir que ambos derechos, el de las víctimas a ser atendidas y el de los trabajadores humanitarios a prestar su ayuda, se alcancen.

3.- En la concepción del moderno humanitarismo la denuncia de quienes son responsables de las catástrofes es, también, un elemento fundamental de la ayuda, además de un derecho de los que sufren sus consecuencias. Sería, además, política de prevención si quienes tienen que tomar medidas lo hicieran. Además de los miles, quizás millones, de muertos y heridos ocurridos en los últimos años en Irak, Libia, Siria o Afganistán, la actual tragedia es fruto, entre otras, de la nefasta política exterior de la UE, sin entidad ni principios propios, absolutamente supeditada a la de EEUU. No es cierto que fuera la defensa de los derechos humanos de esas poblaciones lo que movió a la potencia norteamericana ni a Europa a intervenir en esos países o a contribuir a la guerra mediante el apoyo o la creación de grupos insurgentes o gobiernos títeres alternativos. Así lo ha explicado recientemente el periodista de The Guardian Glen Grenwald citando una confidencia de un alto cargo del gobierno de EEUU. Se busca siempre el beneficio propio, geo-estratégico (Siria) o económico (Libia). Por tanto, la responsabilidad del actual estado de cosas no es solo de los dictadores derrocados o por derrocar, por más que sean tiranos abyectos, ni de los monstruos que hemos contribuido con tanto éxito a crear, como el Estado Islámico (Dáesh). No hay que olvidar que antes creamos, encumbramos o apuntalamos con idéntico éxito a los talibán, a Sadam Hussein o a Gadafi.

4.- La posición es decepcionante. Como sus predecesores del PP y del PSOE, practican la estrategia de tirar la piedra y esconder la mano. Los gobiernos españoles han participado activamente en todas las guerras que están en el origen del éxodo actual. De Irak a Siria, pasando por Libia. En la primera, por actuar contra la legalidad internacional, en la última por incumplir el mandato de la ONU (creación de un corredor humanitario) y en la tercera porque en su obsesión por acabar con el tirano han apoyado a una oposición cruel y han potenciado el terrorismo internacional en su peor versión, si es que en esto pudiera haber matices. El gobierno español debiera brindar la ayuda necesaria para atender a los refugiados en donde quiera que se establezcan.

Tener un plan para una situación como esta antes, durante y después del caos, sería, también una singular aportación al progreso de la Humanidad.

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