La pandemia ha provocado el retroceso en los derechos de las mujeres y las niñas, el aumento de la pobreza mundial, un crecimiento de la brecha entre países ricos y pobres y una disminución del derecho a la salud
Héctor Alonso
El año 2021 ha estado marcado, como pasó con casi todo el año 2020, por el COVID-19 y las consecuencias derivadas de la pandemia y su impacto en la economía, en los derechos humanos -desigualdad de género, desigualdad en el acceso a la salud-, en los derechos sociales y económicos y en la desigualdad entre las naciones -países ricos frente a países pobres- para acceder a la vacuna y en la capacidad para afrontar todo lo anterior.
Hasta el momento de redactar este artículo han muerto 6,5 millones de personas en todo el mundo, 6.433 personas cada día durante la última semana (Our World in Data), y la economía, aunque lleva ritmo de recuperación respecto de 2020, podría ralentizarse como consecuencia del crecimiento exponencial de los contagios provocados por la variante Omicron, que está provocando restricciones al movimiento de personas y mercancías e incluso el confinamiento en algunos países.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI) la economía cayó durante 2020 un 3,1 por ciento a nivel global y un 4,5 por ciento en las economías avanzadas. En 2021 creció en los países avanzados en un 5,2 pero solo un 3 por ciento en los países más pobres. Para 2022 se prevé que los países ricos crezcan un 4,5 por ciento y los pobres un 5,3 por ciento, siempre que se mantenga la tendencia. Sin embargo la extensión de la variante Omicron pone estos datos en duda.
Desigualdad en el acceso a las vacunas
La vacunación avanza desigualmente. Mientras que hay países con porcentajes superiores al 80 por ciento de su población vacunada -Emiratos Árabes Unidos (91,6%), Portugal (88,1%) o Chile (86,1%)-, hay países en los que la población apenas está siendo vacunada: República Democrática del Congo (0,1%); Haití (0,6%) o Etiopía (1,3%). De hecho, de los veinte países del mundo con menos vacunas aplicadas 16 son africanos. De esos veinte de la cola el que más vacunas a puesto es Malaui, un 3,5%. Pero los datos pueden ser aún peores: de los cuarenta países del mundo con menos vacunas administradas 34 son africanos y de esos cuarenta el país que más porcentaje de su población ha inmunizado es Argelia, con un 12,7%. Al ritmo actual África habrá logrado inmunizar al 70 por ciento de su población en 2024. El país africano con más porcentaje de población vacunada es Marruecos, con el 62,2%
Y eso sucede en un mundo en el que en Europa ya se está vacunando a los niños, administrando una tercera dosis a los adultos y en Israel se planifica ya la administración de la cuarta dosis.
Fracaso de COVAX
Todos estos datos que acabamos de ofrecer demuestran la desigualdad en el acceso a las vacunas a pesar de los esfuerzos llevados a cabo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la coalición creada el pasado mes de noviembre para impulsar el mecanismo COVAX, un instrumento que fue creado para facilitar el acceso de los países pobres a las vacunas y que hasta el mes de noviembre solo había proporcionado a estos países 330 millones de dosis, muy lejos del objetivo inicial de las 2.000 millones de dosis para diciembre de este año. Esos 330 millones de dosis suponen solo el cinco por ciento de las vacunas ya usadas en el mundo, la mayoría en los países ricos, lo que constituye un auténtico fracaso de la comunidad internacional y que es una prueba de que han primado los intereses nacionales sobre la necesidad de inmunizar a toda la humanidad.
Tampoco se ha llevado a cabo la liberación de las patentes exigida por las organizaciones humanitarias, que serviría, al menos, para acelerar la fabricación de las vacunas.
Se advirtió hace meses de la necesidad de que la vacunación avanzara al mismo ritmo en todo el mundo para evitar la aparición de nuevas cepas. Y es justo lo que ha pasado con la nueva variante Omicron. Y es lo que podría pasar de nuevo a corto plazo si los países con menos recursos siguen sin vacunar a su población.
Derechos de las mujeres en retroceso
¿Cómo está afectando la pandemia a los avances conseguidos en materias como los derechos humanos? Pues según los informes que han ido publicando a lo largo del año diversas instituciones, se están produciendo retrasos en numerosos campos. Por ejemplo, ha aumentado la violencia de género. Ya a finales de 2020 ONU-Mujeres advirtió del aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas durante el confinamiento y solo uno de cada ocho países adoptó medidas específicas para proteger a las mujeres y las niñas durante la pandemia.
En México, durante el confinamiento aumentaron los asesinatos de mujeres en un ocho por ciento respecto de las cifras anteriores al confinamiento. También se disparó el maltrato en el seno del hogar.
También aumentaron los matrimonios de niñas durante la pandemia y según datos de la ONU la pandemia podría empujar a los matrimonios tempranos a 10 millones más de niñas en los próximos años, sobre todo refugiadas. Casar a las hijas es la solución que están encontrando muchas familias para hacer frente a la crisis provocada por la COVID-19.
Pobreza
La pandemia ha provocado también la pérdida de empleo, y en la mayor parte de los países del mundo la principal víctima ha sido la mujer, pero también los niños por lo contrario: en estos dos años ha aumentado el trabajo infantil haciendo retroceder todos los esfuerzos llevados a cabo en la última década a pesar de la aprobación por la ONU en junio de 2020 de un Tratado para prohibir el trabajo infantil. A finales de septiembre de este año se publicó un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que desvelaba que hay más de 160 millones de niños trabajando en todo el mundo, la mitad en África. Cuatro de cada cinco trabajan en la agricultura de subsistencia empujados por el aumento de la pobreza familiar debido a la pandemia.
Retroceso en salud
La falta de recursos en muchos países, obligados a elegir entre el confinamiento y la restricción de movimientos y la atención de los enfermos por COVID, ha provocado que las campañas de vacunación de enfermedades evitables se hayan aplazado o incluso suspendido. Según las ONG Médicos del Mundo y Médicos Mundi la mortalidad infantil podría haberse incrementado un 42 por ciento por la pandemia, debido a la práctica quiebra de los recursos de salud en muchos países del mundo. Eso quiere decir que cada día han muerto 6.000 niños más de los 14.000 niños que mueren cada día en todo el mundo. También ha aumentado por primera vez en diez años la mortalidad por tuberculosis y malaria al malograrse las campañas de inmunización, prevención y suministro de medicamentos.
Aumento de la pobreza
En cuanto al aumento de la pobreza, según un informe elaborado por la OMS y el Banco Mundial hace unas semanas, otros 500 millones de personas se verán empujadas a la pobreza extrema en los próximos meses y la mayoría de ellas no podrán acceder a los sistemas de salud, que han alcanzado su límite en muchos países, lo que repercutirá en una pérdida de vidas difícil de cuantificar.
Para resumir, 2021 no ha sido un buen año en lo que respecta a los derechos humanos, el acceso universal a la salud, la reducción de la pobreza, los derechos de las mujeres y los derechos de las niñas y los niños.