Liberar las patentes de las vacunas: necesario pero insuficiente

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Pilar Estébanez
Pilar Estébanez

Pilar Estébanez, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria

Hace unos días leímos con alegría una noticia esperanzadora: Estados Unidos está dispuesto a liberar las patentes de las vacunas contra la COVID-19 para facilitar el acceso de la inmunización a los países más desfavorecidos.

Se trata esta de una antigua reivindicación, que a mí, personalmente, me retrotrae a la época de mi activismo en la lucha contra el VIH/SIDA. En la época de la máxima virulencia del VIH fuimos muchos los que pedimos la liberación de las patentes para detener la sangría de aquel nuevo virus en países desfavorecidos, sobre todo, africanos. Los antiretrovirales eran inaccesibles para la mayor parte de la población mundial y miles de personas estaban muriendo sin acceso a los medicamentos que podrían salvarles la vida.

Entonces muchas ONG apoyamos la petición de India y Sudáfrica -India con capacidad para fabricar masivamente medicamentos, Sudáfrica, como uno de los países más afectados por la enfermedad- de fabricar los antiretrovirales libres de patentes.

La respuesta entonces de Estados Unidos fue la amenaza a través de la Organización Mundial de Comercio de excluir a ambos países de la OMC, con las consecuencias desastrosas que ello tendría si osaban fabricar los medicamentos que entonces eran necesarios para salvar vidas. Los antiretrovirales eran extraordinariamente caros, pero gracias a la presión de las organizaciones y de la opinión pública, se logró abaratarlos notablemente y en poco tiempo, con la colaboración de las ONG, los antiretrovirales llegaron a todas partes.

Cuando se inició la pandemia de COVID-19 muchos recordamos aquellos años, y comenzamos a pedir, de nuevo, que en cuanto hubiera vacunas disponibles nadie quedara sin acceso a las mismas. 

Ha pasado más de un año desde la declaración de pandemia. Hasta este momento se han registrado 164 millones de casos y 3,39 millones de muertes. Y aunque pareciera que la pandemia está remitiendo porque los países de nuestro entorno llevan varios meses vacunando y han descendido las tasas de contagios y de fallecidos, lo cierto es que aún estamos muy lejos del final.

India es ahora el epicentro de contagios y muertes, con la particularidad de que allí ha aparecido una mutación del virus que lo hace más peligroso. En India se baten los récords todos los días: más de 4.000 muertes diarias, 264.000 nuevos casos ayer mismo, y un acumulado de 25,2 millones de contagios. En Brasil han fallecido más de 430.000 personas desde el inicio de la pandemia, y Argentina se está convirtiendo en uno de los países donde más están creciendo casos y fallecimientos (505 muertos en el día de ayer).

África, que hasta ahora se ha mantenido en unas cifras razonables de contagios y fallecimientos, podría convertirse en otra zona cero del virus. ¿La causa? la escasez de vacunas: en el continente africano apenas se ha vacunado al 0,9 por ciento de la población.

En este contexto se hace evidente que la liberación de las patentes es una necesidad, ya que la pandemia se prolongará durante muchos meses más en la mayor parte del mundo.

Pero como han advertido ya algunos expertos y organizaciones como COVAX, creada para permitir el acceso de los países menos favorecidos a las vacunas, la liberación de patentes no es suficiente. O mejor dicho, en tanto no se transfieran los conocimientos y la tecnología -pocos países tienen la capacidad actual de fabricar masivamente vacunas (en África apenas hay ocho instalaciones capaces de fabricarlas)- será necesario que los países ricos, que han comprado por adelantado cientos de millones de dosis, asuman que tienen que donar una parte de sus reservas a los países que ahora apenas están recibiendo vacunas.

Hace unos días COVAX reconoció que apenas ha podido entregar, hasta la fecha, ni la mitad de las vacunas previstas a los países menos favorecidos. Solo ha entregado 65 millones de dosis de las 170 millones previstas. Y eran unas previsiones poco ambiciosas. Durante el próximo mes esa brecha aumentará aún más y con el agravante de que India, el país donde más vacunas se están fabricando, está al borde del colapso y necesita las vacunas para proteger a su propia población, en un contexto de falta de medicamentos, tests, suministro de oxígeno y camas hospitalarias. 

El buen ritmo que mantenemos en nuestro país, en la Unión Europea y en occidente, en general, puede impedirnos ver que somos unos privilegiados. En verano prácticamente toda la población estará inmunizada. Nuestra población, pero no el resto del mundo. Y con el peligro de que surjan nuevas cepas más peligrosas y mortales. ¿En serio podemos considerarnos a salvo, satisfechos, en nuestras burbujas mientras la mayor parte de la población mundial ni siquiera ha empezado a ser vacunada?

La liberación de las patentes es necesaria, y además sentaría un precedente importante frente a futuras pandemias, pero no es suficiente: debemos presionar para facilitar vacunas al resto de los países, aunque suponga un ligero retraso apenas perceptible en nuestros planes de vacunación. 

Europa, Estados Unidos y Canadá han reservado vacunas para inmunizar a su población tres o cuatro veces. Las fábricas de Estados Unidos y Europa deben continuar fabricando masivamente dosis que deben ser destinadas a los países que aún no han recibido nada. Debería articularse un mecanismo para la financiación de su fabricación y distribución. Eso es lo prioritario en este momento y es lo que debe hacerse si no queremos enfrentarnos a un panorama aún más aterrador en unos pocos meses.

1 COMENTARIO

  1. Ya es un contrasentido y de difícil entendimiento, por mi parte, que La India sea país de alta producción vacunal y que no disponga de las mismas para inocular a su población.

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