Sudán del Sur: cuando la elección es ir a la escuela o comer

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Situación de Sudán del Sur en el mapa de África

La mitad de las escuelas de Sudán del Sur han cerrado, y los padres, sin dinero o trabajo, tienen que elegir entre alimentar a sus hijos o que reciban educación

La mitad de las 6.000 escuelas de Sudán del Sur, el país más joven del mundo (se independizó en 2011), han cerrado por culpa de la guerra que comenzó dos años después de la independencia. Los maestros no reciben su paga y muchos han huido para refugiarse en otras zonas del país o en los países vecinos, igual que muchos de sus alumnos.

Los niños perdidos

En la capital muchas de las escuelas están ocupadas por familias desplazadas y hambrientas. UNICEF, la agencia de Naciones Unidas para la infancia calcula que tres cuartas partes de los niños han dejado los estudios, amenazando con crear la segunda generación de sur sudaneses sin educación escolar. La primera generación, “los niños perdidos”, son los padres de los niños que ahora tampoco pueden estudiar y dedican todos sus esfuerzos a conseguir comida.

Desde que comenzó la guerra han muerto decenas de miles de personas, y 4,5 millones se han convertido en desplazados o refugiados. La guerra enfrenta a las tropas leales al presidente Salva Kiir con las tropas leales al ex vicepresidente Riek Machar por el control de las riquezas petrolíferas del país.

Casi tres cuartas partes de la población adulta es analfabeta, una de las tasas más altas del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

El último intento de poner fin al conflicto, un alto el fuego firmado en diciembre, fue violado en cuestión de horas.

Muchos de los niños no escolarizados se han convertido en reclutas de los grupos armados, que les proporcionan alimentos y protección. El mes pasado fueron liberados centenares de niños, pero muchos regresan con las milicias porque es la única manera de poder comer.

Amenaza de hambruna

Según datos de la ONU, siete millones de sur sudaneses, casi dos tercios de la población del país, están en situación de inseguridad alimentaria, y algunas zonas del país están al borde de la hambruna.

Una de las razones que tienen los padres para no enviar a los niños a la escuela son las tasas, que se han duplicado este año, pasando de 1.000 libras sudanesas a 2.000 por trimestre, lo que equivale a 9 dólares, una cantidad inalcanzable para muchos sudaneses. Además deben comprar un uniforme y zapatos a los niños. Sin ellos no pueden ir a la escuela.

La guerra ha obligado a las compañías petroleras a cerrar la mayor parte de los pozos, con lo que el gobierno recibe menos ingresos y mucha gente se ha quedado sin trabajo.

El Estado destina el 50 por ciento de su presupuesto a gastos militares y administrativos, y sólo el 3 por ciento a la educación. La vecina Kenia dedica el 7,3 por ciento en educación. Con los bajos ingresos del gobierno y ese escaso porcentaje dedicado a la educación los maestros cobran, cuando lo hacen, apenas 1.500 libras sudanesas al mes, menos de 8 dólares. Con ese dinero no pueden sobrevivir, por lo que muchos -más de dos tercios, según a ONU- no han tenido más remedio que abandonar.

Con dos generaciones seguidas perdidas, Sudán del Sur se enfrenta a un negro futuro, que podrían convertir el país en un nuevo Estado fallido.

 

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