Héctor Alonso
Varios miles de residentes de Trípoli, la capital de Libia, han huido de sus hogares para escapar de los combates que se están librando en los alrededores de la ciudad. Al menos 4.500 personas se han refugiado en barrios más seguros mientras en las afueras combaten tropas gubernamentales y las fuerzas del Ejército Nacional de Libia (ENL), que controlan el Este del país. Según las cifras oficiales han muerto más de 50 personas, entre ellas varios civiles y dos médicos.
El ENL, dirigido por Khalifa Hafar, se ha acantonado en los suburbios, a unos diez kilómetros al sur de Trípoli, detenidos de momento por una línea de barreras, contenedores y posiciones de ametralladoras. Los aviones del ENL sobrevolaban ayer miércoles la capital mientras eran respondidos con fuego antiaéreo.
A pesar de que miles de personas han podido trasladarse a zonas más seguras, muchos más han quedado atrapados en la zona de combate, según Naciones Unidas.
Las fuerzas de ENL comenzaron su ofensiva a principios de año, atacando desde el Este la zona sur del país, una zona desértica y poco poblada pero repleta de pozos de petróleo. Hace una semana comenzaron su avance hacia Trípoli, donde el gobierno permanece dirigiendo la defensa de la ciudad.
Caos
Desde el derrocamiento de Gaddafi en 2011 en un levantamiento apoyado por Occidente, Libia se ha convertido en un país incontrolable y dividido. El gobierno no ejerce el control en la mayor parte del país, en manos de milicias o grupos armados que luchan por controlar la riqueza petrolífera. En 2014 se produjo una batalla por el control de Trípoli, que se saldó con la división del país en dos.
La ONU lleva tiempo trabajando para que ambas partes firmen un acuerdo que permita la celebración de elecciones y ponga fin al caos. En este sentido este miércoles el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se reunió a puerta cerrada con el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para estudiar la crisis. El esfuerzo ahora es detener los combates por el control de la capital, que podrían evolucionar de forma dramática, con decenas de miles de personas atrapadas en el fuego cruzado.
Tras la reunión Guterres afirmó ante los medios de comunicación que la situación «es muy peligrosa y es absolutamente necesario hacer lo posible» para evitar que empeore.
Las fuerzas de Haftar publicaron en Facebook un video que pretende mostrar su toma de una base gubernamental en el distrito de Aziziya, al sur de Trípoli. Las imágenes, que no pudieron ser verificadas, mostraron un vehículo en llamas y soldados disparando al aire, gritando «¡Allahu Akbar!» (Dios es el más grande) en árabe.
La agencia de la ONU OCHA dijo mostró también su preocupación por «el uso desproporcionado e indiscriminado» de armas explosivas en áreas densamente pobladas.
Refugiados en peligro
Además de las consecuencias humanitarias, el recrudecimiento del conflicto libio amenaza con interrumpir los suministros de petróleo, aumentar la migración a través del Mediterráneo hacia Europa -en Libia están atrapados miles de subsaharianos que tratan de atravesar el Mediterráneo- y alentar a los militantes islamistas a aprovechar la situación. Hace tres días el Estado Islámico asesinó a tres personas en una zona del desierto bajo control del ENL.
Varios miles de migrantes, detenidos después de intentar utilizar a Libia como punto de partida para cruzar el Mediterráneo hacia Europa, también se han visto atrapados en esta crisis.
La agencia de refugiados de Naciones Unidas, ACNUR, ha trasladado a 150 refugiados desde un centro de detención del sur de Trípoli a otra instalación propia en una zona segura. Sin embargo, son miles los que permanecen en las zonas de combate. A otros 150 las autoridades del centro les dejaron marchar cuando vieron la cercanía de los combates.
En Trípoli viven aproximadamente 1,2 millones de personas, que sobreviven a una crisis provocada por la escasez y la subida de los precios de los alimentos. Más de medio millón de niños viven en la ciudad, lo que supone otra preocupación para las organizaciones humanitarias. Serían los más vulnerables si los combates por el control de la ciudad se encarnizan.