Los países miembros del G20 han recibido 15 dosis más per capita que los países africanos
Héctor Alonso
La desigualdad en la distribución de las vacunas para combatir la pandemia de COVID-19 está lastrando la lucha contra la enfermedad y dejando a los países más pobres del mundo desvalidos ante una enfermedad que ha matado ya a casi cinco millones de personas. Según los datos ofrecidos por UNICEF en vísperas de la reunión de Líderes del G20 que se celebrará este próximo fin de semana en Roma, los países de ese grupo -los más ricos del mundo- han recibido quince veces más vacunas per capita que los países más desfavorecidos, los de África Subsahariana.
Por esta razón UNICEF ha dirigido una carta, firmada por 48 representantes africanos, a las delegaciones del G20 para que se acelere la entrega de vacunas a los países africanos en diciembre, así como los recursos y conocimientos para su fabricación en el continente.
En el estudio realizado para UNICEF por Airfinity, una empresa de análisis científicos, se ha encontrado, además de la diferencia entre las dosis per capita entre los países del G-20 y los países del África Subsahariana, que los países ricos han recibido el triple de dosis per capita que el resto de los países del mundo juntos.
Esta inequidad en la distribución de las vacunas no solo está afectando gravemente a los países de menos ingresos, a los que se está impidiendo salir de la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia, sino que está afectando a todo el planeta. Según denuncia UNICEF, «es una lucha que o la ganamos juntos o la perdemos todos».
El mecanismo COVAX, creado para facilitar la llegada de vacunas a los países menos favorecidos, no está funcionando como se esperaba: sí es cierto que los países con más recursos están donando millones de dosis, pero no en la suficiente cantidad ni con la suficiente rapidez. De las 1.300 millones de dosis prometidas COVAX solo ha recibido 356 millones. El resultado de este déficit es que menos del 5 por ciento de la población africana está completamente inmunizada, lo que hace aumentar peligrosamente el riesgo de la aparición de variedades nuevas del virus.
Sin vacunas quebrarán los sistemas de salud
Además, la pandemia está sacudiendo la fragilidad de los sistemas de salud de muchos países, con una sobrepresión que está impidiendo desarrollar otras estrategias de salud al tener que desviar casi todos sus recursos económicos y humanos a la lucha contra el virus. Por ejemplo, están quedando de lado la lucha contra la desnutrición infantil, la salud sexual y reproductiva de las mujeres, o la vacunación de otras enfermedades. La pérdida de trabajo por culpa de la crisis económica provocada tras el confinamiento está golpeando a millones de familias, que se han quedado sin medios de vida. Y muchos niños han tenido que dejar la escuela para poder ayudar al mantenimiento de sus familias.
La falta de vacunas también está afectando al personal sanitario de esos países: menos de 1 de cada 10 sanitarios en África ha recibido la pauta de vacunación completa y más de 128.000 han sido infectados por el virus. Pero estas son cifras aproximadas, ya que la falta de pruebas diagnósticas impiden conocer la magnitud de la epidemia en África Subsahariana: solo se detectan mediante pruebas 1 de cada 7 infecciones.