La subida de los precios del petróleo y los alimentos por la guerra de Ucrania tiene una consecuencia directa en la actividad del PMA en un año de hambre récord
Héctor Alonso
El efecto dominó provocado por la guerra de Ucrania -alza de los precios del petróleo y el gas y escasez y encarecimiento de alimentos básicos como los cereales-, está provocando ya graves consecuencias en los países más desfavorecidos del mundo, que se enfrentaban ya a una situación especialmente difícil por la pandemia.
La crisis provocada por el covid dejó a buena parte de los países más desfavorecidos en una situación extremadamente vulnerable: la interrupción del comercio internacional y de la actividad económica en muchos países durante meses en la pandemia significó una caída considerable de los ingresos, pérdida de empleo y aumento de los precios de los alimentos. La guerra de Ucrania ha empeorado esa situación: Rusia y Ucrania han dejado de exportar cereales y se ha reducido la producción de combustible. Entre ambos países producían el 7 por ciento de la cosecha de cereales del mundo y sumaban el 24 por ciento de las exportaciones mundiales.
La situación es tal que el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), que es que más recursos y ayudas presta a más población, está teniendo graves problemas financieros para desarrollar sus operaciones, sobre todo en África Occidental -el Sahel, principalmente-, la zona del mundo con la crisis alimentaria más grave.
Solo en esa zona -Burkina Faso, Níger, Chad, Mali y Nigeria- los costes operativos aumentarán en 136 millones de dólares este año, en una región en la que las tasas de hambre se han cuadruplicado en los últimos tres años y que afectan a más de 43 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda.
Con esos 136 millones de dólares se podría haber alimentado a seis millones de niños en edad escolar durante seis meses. En estas circunstancias el PMA se va a ver obligado a elegir a quién alimenta y a quién deja de prestar ayuda. Otro problema es que la guerra está afectando además al acceso a muchos alimentos básicos: los envíos de cereales procedentes del Mar Negro o se cancelan o no llegan, provocando desabastecimiento.
Lo peor, por llegar
Según el PMA lo peor estaría por llegar: en junio comienza la época de escasez agrícola que se extiende hasta la cosecha de octubre. Para atender a la población que estará en situación de inseguridad alimentaria en ese período -22 millones de persona, entre los que hay ocho millones de personas en necesidad extrema- el PMA necesitará 951 millones de dólares adicionales. Además de fondos para proporcionar alimentos de forma directa, el PMA quiere llevar a cabo intervenciones a más largo plazo que fortalezcan las comunidades y los sistemas nacionales, creando resiliencia y sostenibilidad. Pero para eso necesitará obtener primero los fondos.