Ébola en el Congo: podría ser la epidemia más letal de la Historia

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El riesgo de extensión a los países limítrofes -Ruanda, Burundi, Uganda y Sudán del Sur- es «muy alto», según la OMS

Pilar Estébanez, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria (SEMHU)

Hace poco más de un año que alertamos en un artículo sobre el enorme riesgo que supondría una epidemia de ébola en la República Democrática del Congo (RDC). Por aquellas fechas acababan de confirmarse tres casos en Mbandaka, una ciudad ribereña de más de un millón de habitantes y el miedo era que el virus llegara a Kinshasa, la capital, una ciudad de más de nueve millones de habitantes con enormes carencias en materia de salud, recursos y urbanismo. Hasta el momento ese escenario de pesadilla no se ha producido, pero podría llegar a ser una realidad. 

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, aseguró en una intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU que el riesgo de propagación de la enfermedad a los países vecinos -Uganda, Ruanda, Burundi y Sudán del Sur- es “alto o muy alto”. De momento ya ha muerto un niño ugandés y hay otros dos miembros de su familia con síntomas de la enfermedad. Acababan de regresar de la RDC donde habían estado cuidando a un familiar que falleció de ébola. La situación es tan preocupante que el riesgo podría ser global. En esta ocasión el brote está teniendo una letalidad altísima, con más del 60 por ciento de muertes.

Uno de cada tres casos en las regiones afectadas es un niño. Y uno de cada diez tiene menos de cinco años. Estos datos, proporcionados por UNICEF, son especialmente preocupantes, porque significan que las familias no buscan atención temprana, lo que es clave para la supervivencia. 

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a 4 de junio se ha informado de 2.025 casos, de los que 1.931 han sido confirmados, 94 son casos probables y se han registrado 1.357 muertes. El 58 por ciento eran mujeres y el 29 por ciento niños menores de 18 años. El número de trabajadores de salud afectados son 110 (el cinco por ciento de los casos). Si bien la OMS muestra optimismo en el control de la enfermedad basándose en una disminución del ritmo de aparición de nuevos casos, sus propios informes demuestran que no hay razón para el optimismo.

Situación compleja

Este brote está poniendo a prueba la respuesta local e internacional, dado que el escenario donde se está propagando la enfermedad no puede ser más complicado. La inestabilidad de la zona, con grupos armados, pobreza y hambre generalizados y un sistema de salud en quiebra y extremadamente débil, no es la mejor situación para atajar dicho brote. El país es enorme, con áreas prácticamente incomunicadas o a las que es muy difícil acceder, y que además están muy lejos de las instalaciones médicas donde podrían recibir atención especializada en caso de haber desarrollado la enfermedad. 

Otro factor de desconfianza de la población de las áreas afectadas es que los vehículos de los equipos sanitarios que recorren los poblados son del mismo color que los vehículos del gobierno: blancos, lo que hace que desconfíen de ellos. Por esta razón algunas organizaciones están buscando alternativas, como el uso de motocicletas o vehículos sin ningún tipo de identificación oficial. Además hay que tener en cuenta que el país cuenta con centenares de miles de desplazados internos, en una situación muy frágil, sin acceso a sanidad, educación o suministro regular de alimentos, y que por su propia situación desconfían de cualquier iniciativa gubernamental.

Los equipos de trabajadores de salud han sido atacados y la población mantiene una alta desconfianza hacia las autoridades, factores ambos que dificultan la lucha contra la enfermedad. Incluso un líder de la oposición ha puesto en duda el origen del ébola, acusando al gobierno de haber sido creado artificialmente para atacar a la población. 

Estrategias imaginativas

Otro factor que dificulta el control de la enfermedad es la necesidad de enterrar a los fallecidos sospechosos de haber contraído la enfermedad de forma segura, algo que no siempre se consigue. En algunas zonas es costumbre velar al muerto durante varios días, lo que facilita la propagación de la enfermedad. Por esta razón algunas organizaciones han desarrollado protocolos desde un punto de vista antropológico y cultural, para evitar el rechazo de la población a la necesidad de enterrar de forma segura los cadáveres.

También se está reclutando a supervivientes del ébola como agentes de salud, para sensibilizar y demostrar a la población que hay posibilidades de sobrevivir y lo importante que es buscar atención médica temprana en cuanto aparezcan los primeros síntomas o se haya estado en contacto con algún enfermo.

Otra estrategia sería el suministro de alimentos a las familias que podrían haber estado expuestas al ébola. El hecho de proporcionar alimentos a las personas en riesgo haría, además, que éstas estuvieran más dispuestas a recibir vacunas y tratamiento y evitarían la expansión del virus al permanecer estas personas en casa, sin tener la necesidad de salir a buscar comida. En el caso de los desplazados internos podrían ser de gran efectividad.

En otras situaciones de emergencias de salud pública en contextos de violencia los resultados han sido nefastos, como la epidemia de cólera que se desató en Yemen, con más de un millón de casos. Asimismo, en este contexto resurgen enfermedades desatendidas, como  la polio o la leishmaniasis. Por ello es fundamental un esfuerzo de la comunidad internacional y de la ONU para mantener la paz y la seguridad.

El “optimismo” de la OMS debería tornarse en alarma y empezar cuanto antes un plan efectivo, que garantizara la paz en las zonas afectadas, con financiación y recursos suficientes y con una estrategia imaginativa para detener lo que podría convertirse en la mayor epidemia de ébola de la Historia, con consecuencias catastróficas.

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