Pilar Estébanez, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria
El pasado mes de diciembre se diagnosticaron una decena de casos de una misteriosa enfermedad en la ciudad china de Wuhan, capital de la provincia de Hubei y el 31 de diciembre las autoridades sanitarias chinas reportaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el inicio del brote de la enfermedad, todavía no identificada. En la primera semana de enero ya se había indentificado en agente: un nuevo tipo de coronavirus.
Los coronavirus constituyen una extensa familia de virus causantes de enfermedades que van desde el resfriado común al SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo), que también se inició en China en el año 2002. Los síntomas, en este caso, son fiebre, tos seca, cansancio, dificultad para respirar y en los casos más graves, a menudo encontrados en sujetos ya con patologías previas, se desarrolla neumonía e insuficiencia renal aguda que pueden desembocar en muerte.
El proceso a partir de la identificación del nuevo virus fue rápido: el 1 de enero las autoridades chinas ordenaron el cierre de los mercados, posible foco de la enfermedad, y el aislamiento de las personas que mostraran síntomas de la enfermedad. El 9 de enero se registró la primera víctima y el 14 de enero la OMS alertó a nivel mundial de una nueva posible amenaza tras el descubrimiento del nuevo coronavirus. La recomendación de la OMS fueron las medidas habituales de prevención y control de enfermedades infecciosas en los hospitales de todo el mundo.
El 23 de enero la ciudad donde habían aparecido los primeros casos, Wuhan, fue puesta en cuarentena, tras haberse registrado decenas de casos. El 28 de enero ya había más de 4.600 casos confirmados, algunos fuera de China, y 106 muertes. En los días siguientes las medidas de cuarentena se extendieron a las ciudades vecinas: Huanggang, Ezhou, Chibi, Jingzhou y Zhijiang.
Epidemiologia
A 5 de febrero el número de casos confirmados por la OMS es de 28.060 en China, de los que 3.697 son nuevos. De los casos registrados, 3.859 son severos, con 73 muertes en las últimas horas. El número de casos fuera de China es de 216 confirmados en 24 países, de los que 25 son casos nuevos y un muerto en Filipinas.
También se ha registrado un caso de transmisión maternoinfantil del virus en el momento del parto.
La tasa de mortalidad por coronavirus de Wuhan -el 2 por ciento- es más baja que la del SARS y el MERS, pero sigue siendo comparable a la pandemia de gripe española de 1918, según ha declarado Neil Ferguson, profesor de biología matemática en el Imperial College de Londres. Sin embargo este profesor cree que la situación es “grave”, a pesar de la baja mortalidad por la rápida extensión que tienen estos nuevos virus.
La infectividad
En epidemiología la tasa de reproducción neta de una infección indica el número de casos nuevos generados en promedio por un solo caso durante su período infeccioso en una población que de otra manera no estaría infectada. En esta epidemia esa tasa es de 1,5-2 menor que enfermedades como el sarampión el SARS o la gripe. Sin embargo, sobre este nuevo virus, aún hay cosas que se desconocen sobre su transmisión, o si pacientes asintomáticos pueden transmitirla. En este momento se sabe que la transmisión se produce de persona a persona a través de las gotas respiratorias emitidas por una persona infectada la tos o los estornudos. No está claro si es posible infectarse con el virus después de tocar superficies u objetos donde está presente y luego llevar las manos hacia boca, nariz u ojos. En cuanto a las personas que afecta, la enfermedad es más grave en personas mayores y parece que no se ha registrado ningún contagio entre niños. La edad promedio de los enfermos es de 40 años o más.
Tampoco está claro el origen. La comunidad científica está debatiendo sobre este asunto, aunque sí están de acuerdo en que es zoonosis, es decir, una enfermedad transmitida por animales. Se ha hablado de serpientes, civetas, ratas… animales que se venden habitualmente en algunos mercados chinos. Otros creen que el origen es el murciélago, reservorio de otros virus, o la civeta, origen del SARS. La probabilidad de que sea una serpiente es muy baja, según la OMS, por no existir precedentes de reservorio de coronavirus en reptiles.
Ya en 2006, Zhong Nanshan, el científico que identificó el SARS y que ahora lidera la estrategia en Wuhan, alertó de las deficiencias de los mercados de China, por su insalubridad y como posible fuente de nuevas infecciones, por las costumbres culinarias y la medicina tradicional china. De momento se han cerrado los mercados tradicionales y se ha prohibido el consumo y el comercio de este tipo de animales, pero también se prohibió de forma temporal tras el SARS y después el negocio continuó. De hecho, aún continúa de forma clandestina, según el periódico Beijing News.
De momento, no hay tratamiento específico, pero se recomienda la atención temprana y medicamentos contra el dolor y la fiebre y beber mucho líquido. Tampoco existe aún vacuna, aunque se está investigando. Posiblemente no estará disponible antes de un año, por tanto, de momento solo funciona la prevención: evitar el contacto con los enfermos y usar mascarillas.
La actuación oficial
Han sido numerosas las críticas de los expertos sobre la tardanza en declarar la Emergencia de Salud Global, que no se hizo hasta el 30 de enero, hace apenas siete días. Según estos expertos, ha sido debido a las presiones del gobierno de China, temeroso de las consecuencias económicas que ello podría acarrear para la industria, el comercio y el turismo. La OMS justificó ese retraso en el buen hacer del gobierno chino y en la transparencia con la que estaba tratando esta epidemia, que se ha demostrado en el suministro constante de datos epidemiológicos o en las imágenes de la construcción de hospitales de más de mil camas en apenas diez días. Sin embargo otros expertos dijeron que la OMS no tenía otro remedio que declarar la Emergencia una vez que las líneas aéreas ya habían tomado sus propias medidas.
Uno de los temores de los expertos, es que esta enfermedad se convierta en una pandemia mundial, a pesar de las restricciones de viajes y cuarentenas impuestas por China y otros países, como Estados Unidos, que ha cerrado la entrada a personas procedentes de China.
Qué pasa con África
Hay una especial preocupación por si el coronavirus llega al continente africano, donde los sistemas de salud, en la mayoría de los países, no están preparados para la extensión tan rápida de una enfermedad como esta. Así lo ha reconocido María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, que ha pedido el apoyo para África. En África no hay infraestructuras para aislar la población ni medios para llevar a cabo cuarentenas como las que se están haciendo en China. Sería imposible controlar el movimiento de las personas y cerrar mercados sin dejar a la población desabastecida.
Además, en África probablemente la tasa de fallecimientos sería muy superior por las deficiencias de sus estructuras sanitarias y por la complicación con enfermedades previas mucho más abundantes y desatendidas.
Haciendo bien las cosas, con un pero
Sin embargo, algo que demuestra que China está haciendo bien las cosas es que el virus no se está extendiendo por el mundo como se temía al principio. El sistema político chino, una dictadura, al fin y al cabo, permite que el Estado lleve a cabo restricciones de movimientos de los ciudadanos que serían difícil de realizar en otros países: se ha obligado a que los ciudadanos se encierren en sus casas, se han cerrado fábricas y centros de trabajo y se ha paralizado el transporte de mercancías y pasajeros.
La propia organización férrea del estado chino ha hecho posible la construcción de hospitales en un tiempo récord, con obreros trabajando en turnos de doce horas. Y también se ha restringido la libertad de información, deteniendo a personas que grababan con sus móviles lo que estaba sucediendo en los hospitales, de donde los cadáveres de los fallecidos son trasladados directamente a crematorios sin darle la posibilidad a los familiares de despedirse de sus muertos, para evitar la extensión de la epidemia.
Las fake news
Como en otras ocasiones, las fake news, las noticias falsas sobre la epidemia, han avanzado más rápidas que la información oficial, sobre todo en las redes sociales, por eso la transparencia en este sentido del gobierno chino en la entrega de datos a la OMS es especialmente relevante, porque ayuda a combatir las noticias falsas. Hemos podido leer noticias sobre sopas de murciélagos, virus escapados de laboratorios, vacunas ya preparadas para hacer grandes negocios… Todo tipo de disparates que no hacen otra cosa que causar alarmismo sobre una epidemia que, por el momento, está bastante controlada.
Este tipo de noticias también contribuyen a la xenofobia y el racismo, con una desconfianza hacia las personas de origen chino que viven en los países occidentales. Como siempre en estos casos, hay que ir a las fuentes oficiales para evitar el alarmismo.
Pilar Estébanez es doctora en Medicina y presidenta de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria. Fue fundadora de Médicos del Mundo.