Chagas, una enfermedad estigmatizante que podría ser erradicada

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Marta Arsuaga Vicente

Según un estudio publicado en 2012, en España viven entre 47.000- 67.000 enfermos de Chagas

Marta Arsuaga Vicente*

El 14 de abril se celebró el Día Mundial de la Enfermedad de Chagas, lo que constituye una buena oportunidad para para hablar de esta enfermedad olvidada.

La Enfermedad de Chagas forma parte de la lista de las dieciocho enfermedades desatendidas según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es causa de una importante morbilidad en países de renta baja y constituye la principal causa de muerte por enfermedad parasitaria (OMS)

Descubierta en 1909 por Carlos Chagas, es una enfermedad parasitaria claramente ligada a la pobreza con mucha estigmatización social, que se extiende desde el sur de EEUU hasta el cono Sur (las islas del Caribe están libres de enfermedad).  La región con más prevalencia es el Gran Chaco que incluye regiones de Bolivia, Paraguay, Brasil y Argentina.  

La principal vía de transmisión del Trypanosoma cruzi es a través del vector (la vinchuca), aunque también se ha descrito la vía vertical (de la madre al niño), a través de la transfusión de hemoderivados o trasplante de órgano sólido y a través de la vía oral. 

La prevalencia global de la enfermedad de Chagas ha ido disminuyendo a lo largo de las últimas décadas en parte gracias al control del vector que vive en las paredes de las casas fabricadas con paja y adobe y que se alimenta de la sangre de las personas convivientes sin embargo aún dista mucho de estar erradicada. 

En 1991 se estimaban 18 millones de afectados y en el año 2010 entre 7 y 10 millones. El tamaño de la población en riesgo de contraer la enfermedad también ha disminuido, pasando de 100 millones en 1990 a 28 millones en 2006. La mortalidad anual se estima en unas 10.000 personas al año.

La enfermedad de Chagas es la etiología más frecuente de miocardiopatía en América Latina, siendo la principal causa de muerte cardiovascular entre los 30 y los 50 años. Muchos de los pacientes han visto morir de forma súbita y prematura a sus familiares y tienen miedo a sufrir el mismo destino, de esta forma muchas personas no quieren hacerse el cribado siguiendo el lema ojos que no ven, corazón que no siente, no percibiendo que el corazón puede o podrá sufrir y que la mejor opción es conocer si uno está afectado, completar el tratamiento y de esta forma reducir el número de complicaciones a largo plazo y evitar la transmisión.

En España también

Actualmente, se pueden observar pacientes con enfermedad de Chagas en grandes ciudades americanas y europeas  debido a los movimientos migratorios. Según las estadísticas del año 2009, en Estados Unidos viven unos 300.167 pacientes infectados de Chagas. Según un estudio publicado en 2012, en España viven entre 47.000- 67.000 enfermos de Chagas.

En los países no endémicos, como es el caso de España, la principal vía de transmisión es la vertical, de ahí que el cribado de las mujeres procedentes de área endémica sea muy necesario para poder conseguir interrumpir el contagio. Se han realizado estudios de coste-eficacia y es más eficiente diagnosticar y tratar a las gestantes, los recién nacidos y los familiares de primer grado, que no hacer nada. Con un simple análisis de sangre es posible diagnosticar a los enfermos pudiendo prescribir tratamiento antes de las gestaciones y reducir la transmisión materno-fetal. España no cuenta con un programa de cribado nacional de mujeres en edad fértil originarias de zonas endémicas, lo que dificulta mucho evitar la propagación de la enfermedad. El riesgo de contraer la enfermedad en España podría llegar a ser prácticamente cero si se instauraran los programas de screening, ya que las mujeres tratadas previamente a la gestación no tienen niños enfermos.

Las personas afectadas por esta enfermedad pueden estar en una fase latente (sin síntomas) durante muchos años, pero a lo largo de la vida, si no se pone tratamiento, un 30% desarrollarán una afectación cardiaca que puede acabar con el implante de marcapasos, desfibriladores o incluso trasplante y en un 20 % podrán presentar afectación digestiva con predominancia de afectación por el esófago o el colon provocando alteraciones motoras o dilataciones a estos niveles.

Poca o nula es la inversión que se hace en esta enfermedad en cuanto al diagnóstico y tratamiento. Aún no contamos con pruebas serológicas buenas que nos permitan un diagnóstico fácil y fiable y sobre todo, no tenemos marcadores de curación rápidos y validados que nos permitan decir que una persona está curada.  

Los únicos dos tratamientos que existen son el Benznidazol y el Nifurtimox que aparecieron en la década de los 60-70 y desde entonces no han surgido nuevos medicamentos que hayan demostrado eficacia. El problema de estos fármacos antiguos es que requieren un tiempo de tratamiento largo de entre 2 y 3 meses y que  no están exentos de efectos secundarios, en ocasiones graves, que hacen que muchos pacientes no puedan completar la dosis. Además durante la fase crónica de la enfermedad no tienen buenos porcentajes de curación  y no son capaces de reducir o eliminar el daño ya acometido por el parásito a nivel orgánico. 

Es vergonzoso que una enfermedad descubierta hace ya más de cien años aún no cuente con una técnica diagnóstica única y fiable, que siendo potencialmente erradicable por su clara asociación con un nivel socioeconómico bajo, es decir con la pobreza, se haya disminuido la prevalencia pero estemos aún a años luz de conseguir que no exista, y que tengamos dos únicos fármacos de difícil cumplimentación, por sus numerosos efectos secundarios y que presentan  bajas tasas de curación en la fase crónica de la enfermedad, que es la más frecuente forma de presentación.

Se deben aunar esfuerzos multidisciplinares para conseguir dar visión a esta enfermedad y para conseguir un cribado universal y quitar la estigmatización que tienen estos pacientes. Conseguir la transmisión cero en España es posible.

*Unidad de Medicina Tropical y del Viajero. Centro de Referencia Nacional (CSUR). Hospital La Paz- Carlos III. Madrid. IdiPAZ

 

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