La suspensión de la toma del cotrimoxazol -un antibiótico que se usa para prevenir las infecciones oportunistas en personas con VIH – puede conducir a una mayor incidencia de malaria y diarrea, en comparación con los pacientes que continúan tomando el medicamento, según un nuevo estudio. La investigación ha sido desarrollada por el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) de Atlanta (EEUU) en el Este de Uganda, donde la malaria es endémica, y publicado en marzo de 2012 por la revista Clinical Infectious Diseases.
«La conclusión más probable es que las personas infectadas por el VIH que toman cotrimoxazol tienen una tasa más baja de estas enfermedades infecciosas, y que cuando suspenden el tratamiento aumenta la incidencia», dijo James Campbell, investigador principal del estudio y director científico del CDC en Uganda.
Muchos países recomiendan que las personas que inician la terapia antirretroviral (TAR) debe dejar de tomar cotrimoxazol, cuando su recuento de células CD4 – una medida de la fuerza inmune – sube por encima de 200, pero esta práctica no ha sido evaluada en el África subsahariana.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 90 por ciento del total mundial anual de las 655.000 muertes por malaria ocurren en África. La enfermedad también se asocia con un descenso más rápido en el recuento de células CD4 y una carga viral más alta entre las mujeres VIH positivas embarazadas.
El cotrimoxazol es relativamente barato, pero los investigadores señalan que la profilaxis de por vida con la droga puede suponer toxicidad, además de una carga económica. La pregunta, entonces, es qué hacer ante esta disyuntiva.
Traducido por ActualidadHumanitaria.com