África podría tener controlado el COVID este año

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Análisis de una muestra de la variante Omicron en Brazzaville

La mayoría de los contagiados son asintomáticos, por lo que es fundamental la realización de pruebas, que se han multiplicado

El número de camas UCI han pasado de 8 a 20 por cada millón de habitantes

Héctor Alonso

Después de cuatro olas, cada una más fuerte que la anterior, África podría estar en camino de controlar la pandemia de COVID-19, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La clave ha sido el control, ya que cada ola ha provocado una respuesta que ha reducido el tiempo de su duración en al menos un 23 por ciento cada vez: si la primera ola duró 29 semanas, la cuarta ha finalizado tan solo en seis semanas.

Las razones para esta buena marcha en la lucha contra el coronavirus ha estado en la determinación, la resiliencia y la rapidez para actuar, a pesar de la escasez de financiación y las enormes desigualdades en el acceso a las vacunas. África ya tiene experiencia en la lucha contra brotes epidémicos, como el ébola, la polio o el sarampión, y es capaz de movilizar recursos humanos para concienciar a la población, por ejemplo.

Sin embargo el coste de la pandemia ha sido muy elevado y ha dejado maltrechas las economías de muchos países: los cierres de fronteras y la reducción del transporte por carretera han impactado muy negativamente en los balances económicos y en los precios de los alimentos. Por el contrario, el número de fallecidos por COVID ha sido muy moderado en comparación con otros continentes: 242.000 fallecidos para un continente de 1.200 millones de habitantes.

La parte más negativa ha sido el crecimiento de la pobreza a lo largo de estos dos años: según el Banco Mundial 40 millones de africanos se han visto empujados a la pobreza extrema, y cada mes de retraso en el levantamiento de las medidas restrictivas supone unas pérdidas de 13.800 millones de dólares para las economías de la zona.

Ganancias

Ha aumentado el número de trabajadores de salud capacitados y el suministro de oxígeno y otros equipamientos de salud. Por ejemplo, las plantas de producción de oxígeno han pasado de 68 a 115, gracias a la colaboración de la OMS. Su impacto en el precio del oxígeno ha sido notable: ha bajado un 40 por ciento. También ha aumentado el número de camas UCI disponibles, desde las 8 para cada millón de habitantes que había en 2020 a 20 por cada millón que hay actualmente.

Otra ganancia ha sido el aumento de laboratorios capaces de detectar el COVID-19: de solo dos en 2020 a más de 900 actualmente. Se ha creado además el Centro Regional de Excelencia para Vigilancia Genómica y Bioinformática en Sudáfrica, lo que ha permitido secuenciar 7.500 muestras cada mes en el sur del continente, un aumento de más de un 54 por ciento.

Una de las características de África es que el COVID es mayoritariamente asintomático, por lo que la realización de pruebas se considera fundamental para el control de la enfermedad. Hasta el momento se han realizado en África 95 millones de tests.

Vacunas

Aunque no ha ido todo lo rápido que hubiera sido deseable, con solo el 11 por ciento de los adultos completamente vacunados, África ha recibido 672 millones de dosis contra el COVID-19, el 65 por ciento de las cuales fueron entregadas por COVAX, el 29 por ciento por acuerdos bilaterales y el 6 por ciento a través del Programa de Adquisición de Vacunas de la Unión Africana. Solo en enero se han recibido 96 millones de dosis, el doble que hace unos meses. El suministro constante y regular permitirá acelerar la inmunización, según la OMS.

 

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