La Unión Europea asegura que tratará que se derogue
La ley que prohíbe en Hungría la «promoción de la homosexualidad en las escuelas» acaba de entrar en vigor, coincidiendo con la aprobación por el Parlamento Europeo de la utilización de medidas legales y económicas que presionen para la derogación de esa legislación, considerada represiva y contraria a los derechos humanos consagrados en las normas comunitarias.
¿Cómo está viviendo la comunidad LGTB+ húngara la aprobación de esta ley? Con temor y desesperanza, según las personas entrevistadas por la Fundación Thomson Reuters.
Andrea Terez Sztraka, voluntaria de Getting to Know LGBT People (GTK)
«Muchos de mis amigos homosexuales están deprimidos», asegura Sztraka, de 29 años. Su organización lleva realizando sesiones contra la homofobia y la transfobia en los colegios desde el año 2000, más de 40 cada año. «Tienen miedo. No saben cómo pueden vivir sus vidas y muchos de los que estaban planeando tener hijos se sienten desesperados».
En 2019 medios de comunicación afines al gobierno comenzaron a publicar noticias difamatorias sobre su organización, acusando a profesores concretos de «corromper a los niños» y comenzaron a ser acosados por grupos de extrema derecha, que organizaban piquetes en sus reuniones e insultaban a los asistentes. Los profesores dejaron de invitarlos por temor a ser difamados.
Imre Marton, educador voluntario LGTB
Imre tiene 53 años y reconoció que era gay después de un matrimonio y tres hijos. Sufrió una «terapia de conversión». Si hubiera tenido entonces información como la que proporciona el programa GTK lo hubiera tenido claro mucho antes. «Fueron 15 años perdidos». «Ahora el gobierno nos odia. La comunidad LGTB+ es el enemigo y yo siento avergonzado de ser húngaro».
Ahora tiene miedo de tener que volver al armario. «Volveremos a los días oscuros del comunismo, cuando la homosexualidad no existía en absoluto. Odio a mi país. Estoy enojado y desesperado. El gobierno genera y apoya el odio. En mi país me criminalizan como pedófilo. Ya no quiero vivir aquí».
Daniella, mujer transgénero
Algunos húngaros de la comunidad LGTB+ se están marchando del país, como Daniella, que se marchó hace un año a Berlín.
«No quería pasar por esta transición y recibir terapia de reemplazo hormonal en un país profundamente transfóbico y homofóbico», dijo. Daniella, 40 años e ingeniera de sistemas blockchain. Se dio cuenta de la realidad tras un viaje a Nueva York y el temor creció a medida que se aprobaron leyes el año pasado que prohíben a las parejas del mismo sexo adoptar y evitar que los ciudadanos trans cambien legalmente su género de nacimiento en los documentos oficiales.
«Antes era la islamofobia y el odio a los refugiados. Ahora el gobierno es cada vez más hostil hacia las personas LGTB. Somos los chivos expiatorios.
Imre Zsoldos, contable
Uno de los primeros recuerdos de Imre Zsoldos, 40 años, es el enfado de su padre cuando llegó a casa y lo encontró viendo «El violinista en el tejado», una película sobre la vida judía de Europa del Este a principios del siglo XX. No había cerrado las cortinas y tenía miedo de que la gente que pasaba por la calle les viera viendo la película y se enteraran de que eran también judíos.
«Me criaron con el temor de que se enteraran que éramos judíos. Después crecí con el miedo de no poder decir que era también gay. He vivido mi vida en secreto y ahora tendré que decidir si quiero ser un activista o marcharme del país».