Diez años de guerra civil han destruido las infraestructuras de suministro y tres millones de personas sufren la escasez de agua potable
Héctor Alonso
Tras diez años de guerra civil Siria se enfrenta a una crisis relacionada con el suministro de agua potable: al menos tres millones de personas, la mayoría desplazados, carecen de suministro de agua potable en el norte y noroeste del país. La guerra ha destruido o dañado las infraestructuras de suministro y saneamiento, lo que está provocando graves consecuencias para la salud.
El problema no es solo la escasez, sino también las condiciones de ese agua. Según Médicos Sin Fronteras (MSF), ese agua está a menudo contaminada, lo que provoca enfermedades incluso en los campamentos de desplazados: diarreas, hepatitis, etc. Esa falta de acceso al agua también impide desarrollar medidas de higiene para la protección contra la COVID-19.
Para tratar de luchar contra esa situación MSF está desarrollando una respuesta integral y de momento está proporcionando agua potable para unas 30.000 personas distribuidas en 90 asentamientos o campamentos. También hay que desarrollar infraestructuras de saneamiento, para que las aguas residuales no sigan contaminando.
Uno de los problemas a los que se están enfrentando las organizaciones que trabajan en el norte de Siria con los desplazados y la población local es la disminución de la financiación, lo que se está traduciendo en un aumento notable de los casos de enfermedades relacionadas con el agua.
En el noroeste de Siria, la disminución de la financiación ha obligado a muchas organizaciones a detener sus actividades de transporte de agua en varios campamentos. Áreas como Deir Hassan, por ejemplo, se han visto fuertemente afectadas. Desde mayo de 2021, el número de casos de enfermedades transmitidas por el agua aumentó enormemente en el área. Por ejemplo, el 28 por ciento de las consultas atendidas por la ONG en Idlib fueron casos de diarreas acuosas agudas, para los que es necesario tratamiento de rehidratación oral.
Conforme se prolonga la guerra las infraestructuras relacionadas con el transporte, distribución y saneamiento de aguas irán empeorando, porque además de sufrir ataques es imposible el mantenimiento.
En Hassakeh un millón de personas se han enfrentado a la escasez de agua durante casi dos años debido a interrupciones repetidas y sostenidas en el suministro de la estación de agua de Alouk, que está bajo el control de las autoridades turcas. Las personas en el noreste de Siria también se ven afectadas por una severa reducción en el volumen de agua en el río Éufrates, que es la fuente de agua más importante para el área.