Una de las consecuencias provocadas por la creciente violencia de las pandillas en Centroamérica (El Salvador y Honduras) es la huida de muchos niños de estos países con la esperanza de llegar a Estados Unidos. Para ello tienen que cruzar la peligrosa frontera entre Guatemala y México, última etapa de su viaje. Se trata de una de las rutas más peligrosas del mundo y cada vez lo es más, puesto que para evitar ser detenidos por las autoridades mexicanas, los niños tienen que asumir cada vez mayores riesgos.
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