¿Qué futuro espera a las mujeres y niñas afganas en España?

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Operativo organizado para recibir a las personas refugiadas de Afganistán en Madrid - FOTO: Cruz Roja

Andra Gulei y Adriana Estrada*

Ante la llegada de personas de Afganistán nos planteamos las necesidades que tendrán que abordarse. Su integración dependerá de la voluntad política y social, de unos recursos apropiados y de un acompañamiento que les permita formar parte de la sociedad de acogida. 

Como suele ocurrir en casos de crisis, sobre todo ante conflictos de carácter armado, la sociedad saca su lado más humano y empático, y el apoyo a la acogida de las personas rescatadas de Afganistán es casi unánime. Pero ¿qué pasará ahora con estas personas y, especialmente, con las mujeres? ¿Nos acordaremos de ellas, tanto la sociedad civil como la administración pública, en unos meses, cuando empiecen los preparativos navideños? 

La llegada de personas de Afganistán a Europa buscando protección internacional no es algo nuevo. En las cuatro décadas de crisis prolongadas del país, han llegado muchos hombres, algunas familias y, menos, mujeres solas; pero hay miles de personas ya en el continente y podemos aprender de esas experiencias para apoyar su integración. Eso sí, siempre que haya una voluntad real y sostenida en el tiempo, a la que se asignen los recursos apropiados. 

Son muchas las preguntas que surgen con respecto a su proceso de integración. Al margen del apoyo psicológico que necesitan para superar los traumas que, seguramente, traen consigo, y que esperamos sean atendidos con prioridad desde el inicio del proceso de acogida; hay una serie de elementos prácticos clave para el proceso de integración. Nos referimos a vivienda, idioma, educación/formación, atención sanitaria y bienestar y generación de ingresos, ya sea a través de empleo por cuenta propia o ajena. 

En todo este proceso que ahora inician, ¿seremos capaces de preguntarles a ellas cómo quieren integrarse y qué significa para ellas la integración o, una vez más, se seguirá un “modelo único” de café para todos, sin preguntar ni escuchar ni garantizar ningún derecho de participación que les dé poder para guiar su proceso? ¿Estamos preparados y preparadas para aceptar la diferencia y dejar que decidan, aunque no sea lo que elegiríamos nosotras?

Las mujeres que llegan son, principalmente, parte de un núcleo familiar, más o menos extenso. Aunque no disponemos de demasiados datos, parece ser que hay muy pocas mujeres solas. Y esto siempre suele ser así, la mujer afgana migra con su familia y a su llegada al nuevo país seguirá, por lo general, con su rol y deberes en el hogar. Estas obligaciones y la falta de apoyo en el cuidado de los niños y las niñas es una de las primeras barreras para acceder a los servicios de apoyo como idiomas o formación que se les ofrece. También hay que insistir en que se trata de ir más allá: no es suficiente un cursillo de dos horas a la semana para aprender un idioma completamente diferente del tuyo. La metodología de enseñanza debe estar adaptada a la diversidad de personas que pueda haber, con o sin estudios, con más o menos habilidades para la lectura y escritura, etc. De nuevo, no todo vale: no vale un sistema de aprendizaje tipo academia de verano para aprender inglés. Y también es clave saber cómo, cuándo y dónde está la información sobre este tipo de actividades. Es común que las mujeres acaben dependiendo de otros miembros de sus familias para acceder a servicios de salud o realizar cualquier gestión. A la larga, esto afecta su autoestima e incrementa su aislamiento social. 

Las mujeres afganas suelen tener un nivel educativo bajo: el 80% de las mujeres siguen siendo analfabetas, dos tercios no están escolarizadas y cuando tienen estudios, el proceso de acreditación de formación siempre es una barrera. Es necesario garantizar el acceso a formaciones subvencionadas o gratuitas a medio y largo plazo, cuando estén preparadas psicológicamente y con el nivel de idioma apropiado. 

Sin experiencia laboral, sin formación o no apropiada para el contexto laboral español y sin idioma, su inserción laboral será muy difícil. ¿Cuál será el compromiso del estado y la sociedad con este proceso? ¿Seremos capaces de superar prejuicios y no juzgarlas por no estar trabajando en unos meses? La tradición, el idioma, formación y falta de redes sociales dificultará la búsqueda de empleo y la inserción laboral. Habrá que ver si las nuevas generaciones se sienten empoderadas y si podrán ejercer un derecho libre de decidir su futuro. 

Respecto a la vivienda, dependerá mucho de la comunidad en la que sean acogidos, pero considerando las dificultades de acceder a vivienda digna en España; añadiendo la discriminación que enfrentan, sobre todo, colectivos más vulnerables y migrantes, será todo un reto evitar que estas familias acaben en guetos, hacinadas o en condiciones precarias, pasados los primeros meses en los centros de acogida. 

Será interesante conocer cuál es el plan de integración que se propone para estas personas y su duración. La clave es una buena comprensión de las necesidades de las personas refugiadas, especialmente de las mujeres, y conciliar estas con las capacidades del estado y la complementariedad que puedan ofrecer las entidades sociales. 

Con todas las dificultades que se plantean no deje de ser un privilegio tener la oportunidad de ayudar a estar mujeres y niñas que han llegado a España porque millones se han quedado atrás, a expensas de un régimen abusivo que ha eliminado de raíz cualquier opción de soñar con un futuro diferente. Sin embargo, las verdaderas heroínas y héroes son los que salen a la calle en Afganistán, poniendo en peligro su vida para mostrar al mundo la realidad y esperando recibir una ayuda que, si bien puede llegar tarde para ellas, no lo sea para las demás. 

Falta decir que la misma preocupación tenemos por todas las mujeres afganas que llegan a Europa por otras vías. Todas las personas de Afganistán que buscan protección en Europa deberían recibir el mismo trato y cada caso ser analizado garantizando sus derechos humanos sin ser criminalizados por cruzar fronteras de manera irregular.  

Adriana Estrada es Antropóloga y Andra Gulei es Especialista en Medios de Vida

Para saber más: 

CEAR Corredor Humanitario 

Amnistía Internacional 

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