Dos tercios de los dos millones de palestinos de Gaza son refugiados
Apenas diez kilómetros separan la primera casa de Saber y Huda Deeb, una pareja de ancianos, de su actual hogar, al que nunca podrán volver. Todo lo que queda del pueblo donde nacieron, Hiribiya, son dos antiguos edificios árabes. El resto fue destruido para construir un kibbutz. Ahora viven en la Franja de Gaza y saben que nunca podrán regresar.
Cuando tenían seis y cinco años, respectivamente, se vieron obligados a huir de Hiribiya cuando empezaron los combates entre las fuerzas judías y árabes en el nacimiento del Estado de Israel. Buscaron refugio en el sur de Gaza y allí se quedaron. Al igual que dos tercios de los dos millones de palestinos de Gaza, son refugiados.
Echan de menos el pueblo donde nacieron, al que llaman “la novia del norte”, y que recuerdan plagada de viñedos, manzanos, guayabas y huertas.
Los registros muestran que más de 2.000 personas vivían en Hiribiya antes de 1945. También había alrededor de 60 residentes judíos que vivían en un grupo de casas en las afueras de la aldea y que le compraban fruta al padre de Saber.
Derecho a regresar
A medida que las protestas aumentan en la frontera de Gaza, muchos de los refugiados reivindican sus recuerdos que transmiten a los jóvenes que protestan. El 14 de mayo es el 70 aniversario de la creación del Estado de Israel. Al día siguiente, el 15, los palestinos conmemoran los mismos acontecimientos pero con un carácter muy diferente: es la Nakba, o “Catástrofe”, la fecha en la que cientos de miles de palestinos fueron expulsados de sus hogares.
La actual protesta, llamada La Gran Marcha del Retorno, comenzó el 30 de marzo y quiere expresar una antigua demanda: el derecho al retorno de los refugiados palestinos a sus antiguas ciudades y pueblos. Todos los gobiernos de Israel han rechazado cualquier derecho de retorno, por temor a perder la mayoría judía en Israel.
Para los jóvenes, el derecho de retorno es un principio. Pero para aquellos que pueden recordar la Palestina anterior a 1948, es más tangible.
Los Deeb, que dicen tener unos 200 nietos de ocho hijos, pueden ver la costa desde la playa de Gaza y pudieron visitar su antiguo pueblo hasta que Israel construyó el muro que sella Gaza desde la carretera costera al norte, a Ashkelon y Tel Aviv.
La primera visita de Saber tras la posguerra fue con su hermana, poco después de su llegada a Gaza, cuando fueron con un burro para buscar verduras en su antigua granja. Años más tarde regresó con algunos de sus propios hijos.
«Llevé a mi esposa y a las chicas, querían probar la fruta de cactus, la uva y los higos», dijo Deeb. «No porque no los tengamos en Gaza, sino porque querían comer de nuestra tierra, en casa».
Protestas fronterizas
No todos sus recuerdos son felices. De la época de la guerra recuerda cuando tenían que refugiarse por los bombardeos aéreos. Y ahora uno de sus nietos ha resultado herido. Su nieto acampó con otros miles de jóvenes en la zona fronteriza, desde donde muchos se acercan hasta las alambradas para tirar piedras, gasolina y neumáticos ardiendo para incendiar los cultivos israelíes.
A lo largo de esta protesta han muerto más de 40 palestinos, y varios centenares han resultado heridos, provocando protestas internacionales. Israel dice que defiende su frontera y que sus tropas cumplen con las reglas de enfrentamiento. Sin embargo, como dicen Huda, las protestas seguirán y de momento “han logrado que los ciudadanos de Israel sepan que hay personas que reclaman regresar a su patria”.