Llega la extrema derecha

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Pilar Estébanez 

Pilar Estébanez
Pilar Estébanez

Espoleados por los mensajes apocalípticos sobre la pérdida de identidad, invasión cultural, amenaza a nuestros puestos de trabajo, a nuestro estado del bienestar… paso a paso va creciendo la ultraderecha en Europa. En ocasiones sin disimular sus simpatías con el fascismo.

No solemos, desde este foro, entrar en debates ideológicos o sobre partidos, pero en este caso sí lo hacemos porque lo que busca la extrema derecha es recortar los derechos de los ciudadanos y de los migrantes y refugiados, y exacerbar el miedo al diferente, que suele transformarse en odio.

En Italia tenemos a Matteo Salvini, ministro del Interior y vicepresidente italiano, líder de partido ultranacionalista Liga Norte, que acaba de plantarse ante Europa tras ser rechazado su borrador presupuestario. Salvini se ha erigido en el máximo enemigo de la llegada de migrantes y refugiados a Europa y es el rostro de esa creciente ola de nacionalismo excluyente que prefiere dejar morir a los desheredados que solo buscan un futuro mejor lejos de la violencia, el hambre y la guerra.

En Francia Marine LePen llegó a la segunda vuelta de las elecciones francesas con más del 24 por ciento de los votos, y perdió contra otro derechista que tiene que hacer guiños a los sectores más reaccionarios de la sociedad francesa.

Grecia con Amanecer Dorado, Bulgaria con el partido ATAKA, en Hungría tenemos a Viktor Urban, un ultraderechista que cerró las fronteras y rechazó a palos y con gases lacrimógenos a los refugiados sirios que trataban de alcanzar el norte de Europa. En Croacia preside Kolinda Grabar-Kitarovic, que alcanzó popularidad por su simpatía y su actitud extrovertida en apoyo a la selección de su país durante el mundial, detrás de la cual hay una mujer que llegó al poder con un partido, la Unión Democrática Croata, que ganó las elecciones con un programa manifiestamente hostil a la llegada de migrantes y refugiados y que impulsó la construcción de alambradas para impedir su entrada en el país.

En el Reino Unido el UKIP, dirigido por el populista y xenófobo Ian Farage, capitalizó el referéndum por el que se aprobó el Brexit con una campaña que alentó el miedo a los refugiados y que triunfó gracias a los votos de los residentes de las áreas rurales de Gran Bretaña, donde no viven apenas migrantes ni refugiados.

En Alemania el partido Alternativa para Alemania, manifiestamente euroescéptico, nacionalista y considerado como ultraderechista, obtuvo el 12,6 por ciento de los votos en las elecciones federales de 2017, y se ha convertido en el principal partido de la oposición, después de arrebatarles millones de votos al partido de Merkel (CDU) y al Partido Social-Demócrata con su oposición a la llegada de refugiados y migrantes, lo que ha obligado a Merkel a cerrar las fronteras.

Lo que busca la extrema derecha es recortar los derechos de los ciudadanos y de los migrantes y refugiados, y exacerbar el miedo al diferente, que suele transformarse en odio

En Holanda y Austria crecen los partidos de extrema derecha (el PVV obtuvo en Holanda el 13,1 por ciento de los votos y el FPÖ logró el Austria el 26 por ciento de los sufragios). En Polonia el ultraderechista PiS ganó las últimas elecciones y su líder, Duda, preside el país.

Y en España un partido ultranacionalista como VOX aparece para llevarse los votos más extremistas que pueda robarle a un PP y un Ciudadanos cada vez más conservadores.

Todos estos partidos tienen algo en común y usan la misma estrategia: exacerbar el temor al inmigrante, al extranjero, para crear un estado de opinión contrario su llegada o a su presencia en el país y presentarse a las elecciones con un programa electoral cuyo punto principal es el control de la inmigración y la expulsión de los «ilegales», a los que se culpa de la delincuencia y de la pérdida de los valores europeos y nacionales.

En América hay que hablar de Trump, que está usando a los inmigrantes como arma electoral de cara a las próximas elecciones legislativas y al que le viene muy bien el fenómeno de las columnas de inmigrantes hondureños que están cruzando Centroamérica para llegar a Estados Unidos, después de un penoso periplo en trenes de carga o a pie a través de Guatemala y México. Mientras los ciudadanos guatemaltecos y los mexicanos están apoyando a esas personas, que lo único que buscan es un futuro mejor para ellos y sus hijos lejos de la violencia que está destruyendo Honduras, Trump ya ha mandado tropas a la frontera con México, que ha amenazado con cerrar, y ha asegurado que será implacable con quienes traten de entrar en Estados Unidos “ilegalmente”. 

En Brasil, por último, ha ganado las elecciones Jair Bolsonaro, homófobo, misógino y racista, que ha sido felicitado rápidamente por Matteo Salvini. Entre ellos se reconocen.

Volviendo al título que abría este artículo, “llega la extrema derecha”, podríamos asegurar que esa extrema derecha ya está aquí.

Pilar Estébanez es doctora en Medicina y presidenta de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria

1 COMENTARIO

  1. Lo que me llama la atención de Brasil es que habiendo sacado Bolsonaro un 55% de votos, es decir más de la mitad de la población, no he leído un solo artículo, ni uno solo, ni en Brasil ni fuera que lo apoye. ¿Cómo es posible que ningún periodista piense como el 55% de la población? No es de extrañar que nadie les haga caso y que por mucho miedo que metan Bolsonaro les gane por goleada. Parece como si los periodistas e intelectuales no vivieran en la sociedad a la que dicen servir, vivieran en su burbuja pontificando sobre el bien y el mal con esa arrogancia propia del que se siente superior moral e intelectualmente. Mejor harían en intentar comprender porqué el 55% de los votantes lo hacen por el malvado Bolsonaro en lugar de por el maravilloso PT, o Trump en vez de Hillary,o…

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