México da ejemplo de solidaridad con la caravana de centroamericanos

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Niltepec, una ciudad destruida por el terremoto de 2017, se vuelca con la caravana de centroamericanos: sopa, tiendas de campaña médicas y pañales para los niños

Nadie puede entender mejor la solidaridad hacia los demás que quienes lo han perdido casi todo. Los residentes de Niltepec, una ciudad mexicana que resultó gravemente dañada por el terremoto de 2017 y donde muchos de sus residentes aún viven entre escombros, no ha dudado en preparar un recibimiento solidario a la columna de inmigrantes centroamericanos que tratan de llegar a Estados Unidos.

Han preparado tiendas de campaña médicas, sopa casera y alimentos, pañales para los niños -viajan varios cientos de niños en la columna- y brindarán apoyo moral a sus hermanos centroamericanos, justo después de que Trump anunciara el envío de tropas a la frontera con México para amedrentar a quienes traten de atravesarla. Es un desafío silencioso a la actitud del presidente norteamericano.

La alcaldesa de Niltepec, Zelfareli Cruz Medina, solo lamentó ante los periodistas no poder ofrecer un alojamiento más digno a los viajeros. Éstos improvisan sus tiendas de campaña con bolsas de plástico en la plaza mayor de Niltepec, desde donde se pueden apreciar los daños que el terremoto de 8,2 grados de septiembre de 2017 causó a los edificios colindantes: grietas y paredes derrumbadas.

De las 1.720 casas en Niltepec, 1.602 resultaron dañadas por el terremoto y 530 se derrumbaron por completo. Al menos 100 familias siguen sin hogar, dijeron. La iglesia perdió su torre, y sólo queda un esqueleto de madera. También la biblioteca resultó destruida. La propia alcaldía quedó dañada, aunque algunas de sus dependencias se usarán para alojar a las mujeres y los niños de la caravana.

Esta ciudad pertenece a Oaxaca, uno de los estados más pobres de México. Sin embargo, la alcaldesa dice que la solidaridad está en la naturaleza de sus habitantes, que saben lo que es sufrir.

Mientras los recién llegados se instalan, varias familias locales se reúnen para cocinar en un patio sopa de pollo para los migrantes. También han preparado cientos de tamales para la cena. Ellos recibieron ayuda tras el terremoto y saben que ahora es su turno de ayudar a los que están aún peor que ellos.

La caravana salió de honduras el 13 de octubre, y ha ido creciendo hasta sumar más de 3.500 personas, aunque la cifra podría ser del doble. Más que la población de Niltepec. Para la alcaldesa, esta solidaridad es una forma de lucha. «Es una forma de demostrar que los derechos son universales», según explicó Jorge Luis Fuentes, un funcionario del ayuntamiento.

Hoy, de madrugada, la caravana se puso de nuevo en marcha hasta su siguiente etapa.

 

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