El 66 por ciento de las víctimas eran civiles y la mayoría resultaron heridos o muertos en zonas urbanas
A lo largo de 2019 las armas explosivas y las bombas mataron o hirieron a 29.500 personas, la mayoría civiles, 19.400 (el 66 por ciento), según los datos de la organización Humanity & Inclusion Action On Armed Violence (AOAV).
Cuando se usaron armas explosivas en áreas pobladas, más del 90 por ciento de los muertos y heridos fueron civiles. El número de víctimas civiles registradas fue de 17.900 en áreas pobladas y 1.500 en áreas no reportadas como pobladas.
Algunos países sufrieron un aumento significativo en las víctimas civiles: Afganistán experimentó un aumento del 9 por ciento, Somalia un 14 por ciento y Libia un 131 por ciento.
En cuanto al tipo de armas explosivas, las armas fabricadas (proyectiles, bombas de aviación y granadas) causaron el 51 por ciento de los daños a civiles y los artefactos improvisados el 49 por ciento.
Otra de las consecuencias de los bombardeos y ataques con armas explosivas es el desplazamiento de civiles, que se ven obligados a abandonar sus hogares por la amenaza insoportable de morir en una explosión o un ataque. También la contaminación por restos explosivos o artefactos son detonar, que constituyen una amenaza duradera para los civiles.
A pesar de el alto número de víctimas civiles, no ha sido posible redactar una declaración política contra el uso de armas explosivas en áreas pobladas por la fuerte oposición de algunos estados. Por esta razón la organización ha pedido un compromiso internacional para evitar que el número de víctimas civiles siga aumentando.