La población en Gaza, sin agua potable ni saneamiento

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Miles de litros de aguas residuales se vierten cada día en la costa de Gaza, contaminando playas y aguas circundantes

Sólo el cuatro por ciento del agua de Gaza es potable. La ONU dice que si no se soluciona el problema, la franja de Gaza será inhabitable en 2020. Dos millones de palestinos sin apenas acceso a agua o alcantarillado

Los palestinos de Gaza recuerdan una época en la que casi todo el mundo podía beber agua limpia del grifo. Ahora, menos del cuatro por ciento del agua es potable y el mar circundante está contaminado por las aguas residuales. Sin embargo, a pesar de esta situación, que supone un riesgo para la salud, la comunidad internacional no está haciendo lo suficiente para proteger la salud y la dignidad de las casi dos millones de personas que viven en Gaza, según ha denunciado Oxfam-Intermón.

Muchos hogares sólo tienen agua salobre que obtienen de pozos. Muchas veces esos pozos se contaminan de las aguas residuales, lo que provoca diarreas y enfermedades en la piel.

La crisis de agua y saneamiento de Gaza está aumentando peligrosamente, con el agua potable cada vez más escasa y casi un tercio de los hogares no conectados a un sistema de alcantarillado.

La clausura de la única planta de energía que funcionaba en Gaza creó aún más problemas, ya que la compañía suministradora de agua potable se quedó sin energía y carece de fondos para pagar combustible con el que hacer funcionar las bombas.

La contaminación del agua es uno de los factores que causan un aumento dramático en los problemas renales en la Franja de Gaza, según datos recogidos por Oxfam-Intermón: se ha producido un aumento del 13-14 por ciento anual en el número de pacientes ingresados por problemas renales en el Hospital de Shifa.

El bloqueo impide reparar las infraestructuras

El bloqueo israelí de Gaza limita severamente la entrada de materiales, por lo que resulta increíblemente difícil mejorar la infraestructura de agua y saneamiento para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento.

Por ejemplo, el proyecto por el que numerosas viviendas iban a ser conectadas a la red de alcantarillado se ha retrasado debido a que los equipos esenciales, como tuberías de agua y bombas, han sido bloqueados.  Cada día de retraso deja a las familias vulnerables a las enfermedades, además de arriesgarse a una mayor contaminación por las aguas residuales que se filtran en las aguas subterráneas, poniendo en peligro la salud de muchos más.

Israel está preocupado por la seguridad. Por ejemplo, por los ataques con armas desde Gaza. Sin embargo, este bloqueo a material necesario para el saneamiento o el suministro de agua es una vulneración del derecho internacional. Las medidas de seguridad no pueden utilizarse como justificación para violar los derechos de los civiles que viven bajo ocupación.

Tras los ataques a Gaza en 2014, la ONU concertó un acuerdo -el Mecanismo de Reconstrucción de Gaza (GRM )- entre la Autoridad Palestina y el Gobierno de Israel, para que los materiales de construcción pudieran entrar más fácilmente en Gaza. Esto ha ayudado a reparar la mayor parte de la infraestructura de agua y saneamiento que fue dañada hace casi tres años.

Sin embargo, la crisis crónica de agua de Gaza es anterior a la guerra y requiere una inyección masiva de fondos y equipo para proporcionar agua potable y saneamiento. Mucho de este equipo está bloqueado por las autoridades israelíes, a la espera de su aprobación. De momento, sólo ha llegado el 16% del material necesario. Israel bloquea mucho material y piezas porque, según dicen, podrían ser usados para otros fines.

La situación a la que se enfrenta la población de Gaza es una bomba de relojería para la salud pública. La falta de financiación y la limitada coordinación entre la Autoridad Palestina y las autoridades de facto en Gaza también desempeñan un papel enorme y es fundamental que ambas partes prioricen la reconciliación.

Si no se prioriza la necesidad de garantizar el agua y el saneamiento, se entrará en una espiral de deterioro de difícil solución que podría llevar, según ha pronosticado la ONU, a que en 2020 sea imposible vivir en Gaza.

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