La pandemia por COVID-19 podría provocar el primer retroceso en la lucha contra la pobreza en 30 años
Héctor Alonso @hdelosrios2
Una de las consecuencias que seguramente traerá la pandemia por COVID-19 es el retroceso en la lucha contra la pobreza y el subdesarrollo en todo el mundo, según ha advertido la ONU en un informe publicado por el PNUD, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
La pandemia está afectando a la salud, la educación y los ingresos de millones de personas en todo el mundo, y su impacto será mayor cuanto menos desarrollado sea el país. De cumplirse ese pronóstico, sería la primera vez en treinta años que la lucha contra la pobreza y el subdesarrollo a nivel global sufre un retroceso.
En las últimas décadas el mundo ha sufrido otros impactos, como la crisis financiera de 2007-2009 o el brote de ébola de 2014-2016, que provocó 11.000 muertos en África Occidental y supuso el cierre de espacios aéreos y fronteras en muchos países del mundo. Sin embargo, nada como lo que está pasando ahora: «la pandemia de COVID-19 está provocando una crisis de desarrollo humano», según el informe, ya que afecta a la salud, la educación y los ingresos.
Otro efecto colateral de la pandemia es que en los próximos meses morirán 6.000 niños más sobre la media en todo el mundo por causas evitables: por falta de acceso a vacunas o por enfermedades diarréicas, principalmente.
Además seis de cada diez niños en todo el mundo no están recibiendo educación por el cierre de los centros escolares, la mayoría en países pobres. A diferencia de los países desarrollados, donde la mayoría de los niños están recibiendo educación on-line, en los países pobres no hay recursos para las herramientas más básicas para la enseñanza a distancia. Tan solo ampliar el acceso a internet en los países de ingresos bajos o medios costaría 100.000 millones de dólares. Sin embargo, esa inversión evitaría una pérdida aún mayor. Por tanto el PNUD, en su informe, considera que sería una inversión rentable «que facilitaría la recuperación» y ayudaría a que más de la mitad de la población mundial tuviera el mismo acceso a los recursos que los países que tienen una red desarrollada y accesible.
Sin embargo el PNUD recuerda que en los países ricos también existe esta falta de oportunidades: millones de estudiantes de familias con bajos ingresos en Estados Unidos o Europa tampoco tienen acceso a estas herramientas: ordenadores y conexión a internet para proseguir su formación. Si los gobiernos no ponen remedio a esta falta de acceso, la brecha de la desigualdad seguirá aumentando también en los países desarrollados.