informe OPS Haití

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Ruinas en Puerto Príncipe

Informe de la OPS/OMS sobre la ayuda a Haití pone de manifiesto la falta de coordinación

El informe publicado por la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud sobre la ayuda masiva recibida en Haití tras el terremoto que asoló el país, deja claro que los esfuerzos puestos en marcha fueron, en gran medida ineficaces por la falta de intercambio de información entre los intervinientes. La respuesta humanitaria en masa con posterioridad al terremoto de enero del 2010 en Haití fue menos eficaz de lo previsto por deficiencias en la coordinación y el intercambio de información, así como por la indiferencia generalizada de los grupos internacionales hacia la autoridad del Gobierno de Haití, según se afirma en un nuevo informe de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS).

Ruinas en Puerto Príncipe
Ruinas en Puerto Príncipe, la capital de Haití

 

En el informe se llega a la conclusión de que para mejorar las futuras actividades de socorro en los países de bajos ingresos, la comunidad internacional debe ayudar a fortalecer capacidad de coordinación del gobierno como parte del apoyo a la reducción de riesgos y a los preparativos para casos de desastre. En el nuevo estudio, publicado la víspera del segundo aniversario del terremoto del 12 de enero del 2010 (actualmente disponible en línea en inglés), se examinan los efectos sanitarios del terremoto y la eficacia de las actividades nacionales e internacionales de socorro en materia de salud.

El informe indica que los propios haitianos respondieron con rapidez y eficacia, lo cual permitió salvar muchas vidas antes de la llegada de la ayuda extranjera. Sin embargo, la respuesta nacional se vio gravemente limitada por la devastación de la capital del país y las repercusiones sobre el personal y los establecimientos gubernamentales.

El terremoto de una magnitud de 7,0 (en la escala de magnitud del momento sísmico) fue uno de los más perjudiciales de los últimos tiempos y dejó un saldo de más de 220.000 muertos, más de 300.000 heridos y cerca de 1,3 millones de habitantes forzados a desplazarse a albergues temporales, según se señala en el informe. Este resultado catastrófico fue consecuencia de factores tanto socioeconómicos como sísmicos: la vulnerabilidad de las viviendas y la construcción en Haití, el hipocentro poco profundo del terremoto (cercano a la superficie de la Tierra) y su proximidad al centro urbano más importante del país. Las zonas rurales de los Departamentos del Oeste y Sudeste también quedaron gravemente afectadas. “Cabe reconocer que Haití no estaba preparado para manejar una multitud de víctimas de ninguna clase. Pero ningún país ni sistema podría haber tenido una respuesta ordenada ante un desastre de esta magnitud que afectó al centro político, administrativo y económico del país”, indica el informe.

Por su parte, la comunidad internacional reaccionó con rapidez y generosidad con la movilización de un volumen masivo de recursos para prestar servicios de salud esenciales que se necesitaban con urgencia. Esto incluía ayuda valiosa de las autoridades y los establecimientos de salud de la República Dominicana así como de otros países del Caribe que mandaron ayuda en las primeras horas después del sismo.

No obstante, la eficacia total la ayuda internacional se socavó porque muchos actores extranjeros, incluso la mayoría de las ONG, trabajaron con mínima coordinación y con poco o sin ningún respeto a la autoridad del Gobierno de Haití.

“Una de las principales enseñanzas que pueden extraerse de nuevo del terremoto de Haití es que la coordinación solo puede ser eficaz si las autoridades nacionales (la Dirección de Protección Civil, el Ministerio de Salud y Población y otros ministerios sectoriales) cuentan con los recursos necesarios y asumen verdaderamente el liderazgo definitivo y la autoridad de coordinación”, afirma la doctora Mirta Roses, Directora de la OPS, en el prólogo del informe.

Una deficiencia fundamental de la respuesta fue la falta de intercambio de información entre diferentes proveedores de atención. Esto ocasionó fallas en la atención de seguimiento de los pacientes quirúrgicos, incluso de los amputados, y pérdida de oportunidades de atención especializada para las víctimas del terremoto. Por ejemplo, un centro de diálisis establecido para tratar a víctimas con lesiones por aplastamiento funcionó a solo 20 por ciento de su capacidad porque otros proveedores de atención ignoraban que existía. En el informe se recomienda que la recopilación y diseminación de una lista de establecimientos de salud y de los servicios que proporcionan debe ser una de las primeras prioridades en cualquier desastre futuro.

Entre otras lecciones y recomendaciones en el informe se encuentran las siguientes:
•El fortalecimiento de la capacidad local de búsqueda y rescate debe ser una prioridad de los preparativos para casos de desastre. Aunque los equipos internacionales de búsqueda y rescate informaron que habían salvado 132 vidas en Haití, la población local había salvado muchas más vidas antes de la llegada de los equipos extranjeros.
•El sistema de “grupos de acción”, en el cual diferentes organismos de las Naciones Unidas asumen la principal responsabilidad de diferentes campos (salud, abastecimiento de agua y saneamiento, logística), debe alinearse con la estructura ministerial del gobierno anfitrión y basarse en un acuerdo oficial suscrito antes de cualquier desastre.
•El manejo de los cadáveres—incluso la identificación y el entierro respetuoso–sigue siendo un asunto fundamental que pocas organizaciones humanitarias están en condiciones de abordar.
•Aunque algunos medicamentos donados llegaron sin etiquetas, caducados, o sin clasificar, al parecer, las donaciones de medicamentos en general se ciñeron más a las directrices de la OMS que en desastres anteriores.
•La práctica de “sonsacar” personal sanitario nacional con ofertas de mayores sueldos y mejores condiciones hechas por grupos extranjeros fue un problema en Haití, al igual que en otros desastres. Algunos grupos adoptaron las directrices del Ministerio de Salud y Población para el pago de los funcionarios públicos haitianos por los actores internacionales, pero la mayoría las pasó por alto.
•Las relaciones de los actores de salud con los medios de comunicación parecieron centrarse más en relaciones públicas que en información y educación del público. La incorporación de periodistas en misiones de evaluación de necesidades y prácticas similares podrían beneficiar la población afectada al destacar mejor la respuesta local.
•Los medios de comunicación exageraron la importancia de algunos incidentes de indisciplina durante la distribución de suministros y una vez más se comprobó que la idea de que los desastres producen desorden social y violencia es un mito.
•Además de las deficiencias en la respuesta, el informe destaca varios éxitos. Un ejemplo fue el despliegue del sistema de apoyo logístico/sistema de manejo de suministros humanitarios (LSS/SUMA) de la OPS/OMS, que proporcionó información fundamental y fue uno de los pocos instrumentos internacionales administrado directamente por las autoridades nacionales.

El informe indica que algunos resultados positivos a más largo plazo contribuyen a la reconstrucción y al desarrollo de Haití. Entre ellos están:

•La prestación de atención obstétrica e infantil gratuita mediante dos programas (SOG y SIG) establecidos por la OPS/OMS y el Ministerio de Salud y Población y financiados por el Canadá, el Japón, el Banco Mundial y la Unión Europea.
•La descentralización y el fortalecimiento de los servicios de salud en los niveles departamental y comunitario.
•Mejoras permanentes en algunos campos especializados de atención médica, como el tratamiento de las lesiones de la médula espinal, gracias a la influencia y a los recursos de grupos médicos extranjeros.
•El establecimiento de un sistema de vigilancia y fortalecimiento del Servicio de Epidemiología del Ministerio de Salud y Población.
•Un nuevo enfoque en los servicios comunitarios de salud mental como complemento de la atención hospitalaria.
•Mayor conciencia de la reducción del riesgo de desastres y mayor compromiso al respecto.
•Un proyecto para promover y ejecutar el concepto de los hospitales seguros como parte de la reconstrucción de Haití, financiado por Dinamarca y el Banco Mundial
•Un nuevo programa nacional de atención a las víctimas de la violencia sexual, dirigido por el Ministerio de Salud y Población.
•Mayor aceptación social de las personas con discapacidades, después del gran número de lesiones discapacitantes que afectaron a los haitianos de todas clases.

“El desastre provocó importantes cambios de mentalidad, comportamiento y actitud”, indicaron los autores del informe, Claude de Ville de Goyet, Juan Pablo Sarmiento y François Grünewald. “Compete a los haitianos y a la comunidad internacional asegurarse de que esos cambios perduren”.

Descargar el informe completo desde la página de OPS

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