Los países occidentales se enfrentan a un dilema: qué hacer con los hijos de los combatientes yihadistas que se desplazan a luchar a otros países, como Siria
Una mujer británica, desposeída de la nacionalidad tras unirse a ISIS
A medida que el Estado Islámico está siendo derrotado en su último enclave en Siria algunos países occidentales se están planteando qué hacer con los combatientes que acudieron a luchar en Siria, sus mujeres e hijos. Gran Bretaña acaba de desposeer de la nacionalidad a una mujer que viajó desde el Reino Unido a Siria con quince años para unirse al Estado Islámico y allí fue madre, lo que la ha convertido en apátrida.
Esta mujer se llama Shamima Begum y fue encontrada la semana pasada en un campo de refugiados en Siria. Se ha convertido en un dilema ético y legal, para el que Naciones Unidas, así como diversas asociaciones de juristas y defensoras de los derechos humanos, sí tienen respuesta: los hijos de los combatientes extranjeros deben tener derecho a tener una nacionalidad.
Con el Estado Islámico agotado y las milicias lideradas por los kurdos a punto de tomar el último bastión islamista en el este de Siria, las capitales occidentales están tratando de averiguar qué hacer con los combatientes yihadistas extranjeros que combatieron en Siria y sus esposas e hijos.
La agencia de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, dijo que todos los niños tienen «derecho a un nombre, una identidad y una nacionalidad» de acuerdo con las leyes internacionales y que los gobiernos tienen la responsabilidad de adoptar salvaguardas que impidan que un niño nazca apátrida.
No existe una estimación del número de personas apátridas en todo el mundo, aunque la ONU estima que podría ser de 12 millones y algo con lo que quiere acabar antes del año 2024, ya que ser apátrida deja a la persona sin acceso a derechos básicos, como la educación o la salud.
Shamima Begum, que dio a luz a su hijo este pasado fin de semana, fue descubierta en Siria por un periodista británico. Ella le dijo al periodista que quería volver a Gran Bretaña, aunque no expresó arrepentimiento por haberse unido a ISIS. Su historia ocupó titulares en la prensa británica a lo largo de la semana pasada.
La ley británica permite al gobierno privar a una persona de la ciudadanía si considera que esa persona es perjudicial para la sociedad, aunque eso significaría convertir a esa persona en apátrida si nació como ciudadana británica y no tiene otra nacionalidad, como es el caso.
Con respecto al caso de Begum, un portavoz del Ministerio del Interior de Gran Bretaña dijo que la prioridad era «la seguridad y protección de Gran Bretaña y las personas que viven aquí». Por el momento la policía está investigando si Begum podría ser ciudadana de Bangladesh, ya que su familia procede de ese país. La decisión del gobierno ha sido contestada por la oposición laborista y la familia de la mujer ha contratado un abogado para intentar que el gobierno dé marcha atrás.
Organizaciones de derechos humanos creen que el gobierno ha actuado erróneamente, porque la obligación legal de Gran Bretaña es velar por los intereses de la madre y su hijo recién nacido, así como de otras personas que se encuentren en a misma situación. También dudan de que esta medida sirva para «proteger la seguridad nacional», y que, por el contrario, podría llevar a una mayor radicalización.
El experto en ciudadanía Devyani Prabhat, de la Universidad de Bristol, cree que los hijos de combatientes extranjeros corrían un mayor riesgo, ya que se encuentran en zonas de conflicto sin un país al que regresar.
«Sus hijos, como el hijo de Shamina, seguirán teniendo el derecho de ser británicos, pero perderán la posibilidad de regresar al Reino Unido y quedarán atrapados en zonas de guerra». «Si no pueden acceder a sus derechos de ciudadanía debido a la retirada de la ciudadanía de sus padres, su bienestar debe evaluarse de forma distinta a la de los adultos».