Los niños representan más de un tercio de los casos de ébola en el este de la República Democrática del Congo
Una de las características del brote de ébola en la República Democrática del Congo (RDC), que se ha convertido en el más mortal de la historia del país, es que uno de cada tres casos en las regiones afectadas es un niño. Y uno de cada diez tiene menos de cinco años. Estos datos son especialmente preocupantes, puesto que los niños tienen aún más posibilidades de morir que los adultos.
Los datos los ha proporcionado el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), cuya directora regional, Marie-Pierre Poirier, afirmó estar profundamente preocupada, tras visitar una de las zonas donde hay más casos, Beni. «Los niños tendrán más posibilidades de supervivencia si son tratados en centros especializados». Por esta razón cree que la clave es la movilización social y la concienciación hacia la enfermedad. «La detección temprana y la remisión de los casos sospechosos a los centros de tratamiento es clave para la supervivencia». Estos centros, además de tratamiento, tienen que garantizar el aislamiento de los enfermos.
Huérfanos
El impacto de la enfermedad en los niños va más allá de los infectados. Cuando los padres o cuidadores con la enfermedad son llevados a centros de tratamiento o fallecen, algunos niños se quedan solos. UNICEF y otras organizaciones han identificado hasta el momento a más de 400 niños que han quedado huérfanos o que han quedado sin compañía debido al virus. El creciente número de niños separados está vinculado a la alta carga de pacientes en los centros de tratamiento del Ébola de Beni y Butembo, los epicentros actuales de la enfermedad.
Para proporcionar cuidados a los niños mientras sus padres están ingresados se han abierto guarderías, pero el problema es qué hacer con los niños cuyos padres han muerto.
Kavira, una superviviente de ébola, cuida a Josue, de seis meses, cuya madre está recibiendo tratamiento por la enfermedad