¿De dónde vienes? Un testigo narra la llegada de migrantes a la costa gaditana

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Miguel Ángel Martínez Martínez, activista de Amnistía Internacional

Esta mañana bajamos a la playa de Zahora. Ha sido una noche fría aquí en Trafalgar. Tres chicos de entre 12 y 15 años estaban sentados en la arena. Iban vestidos con sudadera y pantalones largos. Sentados en la arena cotemplaban el mar mirando las montañas de Marruecos. Al poco, un bañista apareció acompañado de un guardia civil que entabló conversación con los adolescentes que le siguieron sin más.

Mientras caminábamos por la orilla hacia el faro de Trafalgar, que ahora asiste a otras luchas en el mar, descubrimos flotando varios chalecos salvavidas de plástico rojo y casi a los pies del faro, una zodiac negra pinchada. Socorristas alrededor de la misma recogían más chalecos, mientras varios guardias civiles recorrían las estribaciones de la playa y otros compañeros trataban de descubrir algún fallecido entre las olas.

Los tres chicos saben que se quedarán, aunque para nuestra vergüenza, hace años que han cerrado casi todas las aulas de enlace, que han aumentado las ratios y disminuido los profesores, que los centros de menores están saturados y los educadores son cada vez menos; pero, sobre todo, resulta inexplicable que los y las consejeras de servicios sociales de las autonomías duerman esta noche tranquilamente, aunque no hayan acordado qué hacer con los menores (por cierto, a qué viene ahora el nuevo término acuñado por la prensa y los politiquillos de «Menas»?, tanto esfuerzo les supone decir niños y niñas,  ¿o es que así el eufemismo tapa sus vergüenzas?).

El campo entre Los Caños de Meca y Conil acogerá durante unas horas a los mayores que han desembarcado hace unas horas, después de una travesía entre el frío, el miedo, las olas y la muerte. Al lado del faro, en la playa de Barbate, esta mañana descubrieron el cadáver de una mujer que el mar devolvió. Sin nombre, con un número y una oración, será acogida definitivamente en Europa.

Pienso en lo único que sabían preguntar a las personas rescatadas del mar los polìtiquillos que vinieron a hacerse la foto a este sur hace unos días: «¿de dónde vienes?». La respuesta se la dio el obispo de Tánger: «De la pobreza, del hambre, de la guerra».

 

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