Las mujeres y niñas somalís refugiadas en Kenia sufren un serio riesgo de violencia sexual: más de 300 violaciones en lo que va de año Amina, de 27 años, dejó su ciudad natal de Kismayo, en el sur de Somalia a finales de mayo y viajó con sus cuatro hijos durante catorce días hasta llegar al campamento de refugiados de Dadaab, al norte de Kenia. |
Imagen del campo de refugiados de Dadaab, Kenia. |
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Cuando llegó, le dijeron que no podría quedarse allí hasta que se registraran, así que construyó una chabola con algo de tela y sacos que encontró y se quedó junto al campamento. Una mañana, mientras buscaba leña para cocinar para su familia, Amina dice que fue atacada por tres hombres y la violaron. Un mes después del ataque, Amina fue finalmente registrada y comunicó a los responsables del campo la violación. La hicieron pruebas del SIDA y de otras infecciones en el Hospital de Campaña de Cruz Roja, aunque no encontraron infecciones. Esta mujer ha contado que a otras mujeres les sucedió lo mismo durante el viaje hasta Dadaab, o cuando, como a ella, buscan leña.
Casos en aumento
Según la organización CARE Internacional, el número de denuncias por agresiones sexuales en el Campo de Dadaab se han disparado desde las 75 registradas entre enero y julio de 2010, a 358 durante el mismo período de 2011.
Este campo fue construido originalmente en 1991 para albergar a 90.000 refugiados, pero a día de hoy alberga a más de 460.000. Los trabajadores y cooperantes que trabajan en él advierten de que las mujeres y las niñas son más vulnerables a la violencia, ya sea en su camino hacia los campos o en el interior.
«Los recién llegados que viven en las afueras, donde la seguridad no está garantizada, son aún más vulnerables», declaró Sinead Murray, encargada de violencia de género del CICR. Una evaluación efectuada en julio por la organización encontró que las víctimas de violencia sexual suelen ser reacias a denunciar por vergüenza o por temor a que sus familias les culpen o sus comunidades las consideren “no aptas para el matrimonio”.
Los participantes en la evaluación identificaron la violencia sexual y la violación como la mayor preocupación para las mujeres y las niñas que huyen de Somalia. Se han registrado denuncias de mujeres y niñas violadas delante de sus maridos o familiares por hombres armados.
Sensibilización
«Muchos incidentes se no se denuncian, pero hemos comenzado a llevar a cabo la sensibilización de la población, con el objetivo de que las mujeres y las niñas puedan denunciar los abusos sin sentirse víctimas. Hemos empezado a ver un aumento de las denuncias”, dijo Murray, para quien es fundamental sensibilizar también a los hombres para reducir la violencia sexual en los campamentos.
Naciones Unidas está proporcionando a las víctimas de violación kits de herramientas de salud sexual y reproductiva a través de los servicios de salud en el campamento. Mujeres y las niñas que denuncian la violencia sexual cuentan con apoyo psicológico, orientación y pruebas del VIH, la detección de enfermedades de transmisión sexual, pruebas de embarazo y el tratamiento para cualquier infección. En los centros de registro, sistemas de referencia para los recién llegados que denuncian la violencia sexual, se han puesto en marcha para que puedan obtener ayuda en los centros médicos.
La responsable de este programa, Matilda Musumba, la falta de información acerca de cómo actuar tras una agresión sexual deja en riesgo de salud a las víctimas, con lesiones, infecciones o embarazos no deseados.
«Proporcionar información básica a los recién llegados sobre dónde denunciar los casos de violencia s es un primer paso importante en la reducción de casos de violencia de género, porque cuando llegan y no tienen la información, las mujeres y las niñas se vuelven susceptibles a la explotación y a la violencia sexual» dijo.
Traducido por ActualidadHumanitarial.com
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