Construir murallas no les detendrá

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Héctor AlonsoHéctor Alonso

Mientras Estados Unidos celebra las elecciones al Congreso, en las que Donald Trump se juega su mayoría en la cámara legislativa, una columna formada por entre 3.000 y 6.000 personas avanza desde Centroamérica hacia «el sueño americano». En las elecciones de hoy una de las armas electorales usada en los debates y en los mensajes publicitarios ha sido qué hacer con esos desheredados que huyen de la violencia y la miseria. La respuesta de Trump ha sido la esperada: las amenazas, el envío de tropas y la colocación de alambradas.

La columna partió hace unas semanas desde Honduras, un país en manos de las maras, las violentas bandas callejeras que controlan las calles y se han adueñado del tráfico de drogas y de los negocios ilegales y reclutan a la fuerza a los jóvenes hondureños. La negativa a sumarse a las maras supone la muerte o la violación. La alternativa para muchos padres es tratar de sacar a sus hijos del país antes de que sea tarde. La falta de perspectivas de futuro, de trabajo y bienestar es lo que ha empujado a miles de hondureños a salir de su país.

La convocatoria del primer grupo fue colgada en las redes sociales y se fueron sumando cientos de personas. A medida que avanzaban desde Honduras, se han ido uniendo salvadoreños y guatemaltecos, y los primeros migrantes llegaron el pasado domingo a la capital del México y comienzan la etapa que les llevará 850 kilómetros más al norte: la frontera con Texas, mientras la retaguardia comienza estos días a cruzar la frontera de Guatemala con México.

Son miles y miles más lo intentarán. Esto no se va a detener según han explicado algunos analistas, porque la situación de los países centroamericanos es ya insoportable y estas personas no tienen ya nada que perder.

Este fenómeno tiene mucho en común con la crisis de los refugiados y migrantes que sufrió Europa con la llegada de centenares de miles de refugiados sirios, a los que se han ido sumando personas de otros países africanos y asiáticos, que huyen de la violencia, pero también de la miseria y la falta de un futuro.

En 2018, según datos de la Organización Mundial de las Migraciones (OIM), hay 258 millones de personas migrantes en todo el mundo, una cifra que se prevé que aumentará dramáticamente por el aumento de la pobreza y las crisis alimentarias provocadas en muchos países africanos y americanos por el cambio climático. Cuando se pierden las cosechas y llega el hambre sólo hay una salida: buscar la supervivencia en otro lugar.

En 2018 llegaron a Europa 100.630 migrantes atravesando el Mediterráneo. Murieron o desaparecieron en el intento 1.980 personas. En otras regiones del mundo se calcula que en lo que va de año han muerto 3.114 migrantes tratando de llegar a otro país. En 2017 llegaron más migrantes a Europa que en 2018 (154.825 personas) y murieron o desaparecieron 2.960. Esta disminución de llegadas ha ido acompañada, sin embargo, por un incremento del porcentaje de muertos: llegan menos migrantes, pero ahora el viaje es más peligroso. Sin embargo, el aumento del riesgo no detendrá a los que este invierno tratarán de alcanzar las costas de España o Italia.

La migración es ya un fenómeno global, y Estados Unidos se enfrenta a lo que ha experimentado Europa en los últimos tres años. Como está sucediendo en nuestro continente, las barreras no detendrán las oleadas de personas que sólo quieren un futuro. Quizás mueran muchos, otros fracasarán y serán deportados, pero el fenómeno continuará y aumentará mientras las diferencias y la desigualdad entre los países siga incrementándose.

Estamos asistiendo a un fenómeno creciente e imparable, que sólo podrán solucionarse si se dota a los países origen de las migraciones de las herramientas necesarias para la creación de riqueza, si se hace un esfuerzo serio para acabar con la violencia -cuyas raíces se hunden, precisamente en la pobreza, de la que Occidente es en buena medida responsable-, y se toman medidas efectivas para detener o minimizar las consecuencias catastróficas del cambio climático.

Construir murallas no les detendrá.

@hdelosrios2

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