Ante la situación que se vive en Venezuela y la confusión que se está creando respecto a la ayuda humanitaria en el país, la Sociedad Española de Medicina Humanitaria, la Coordinadora de ONG para el Desarrollo y el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, hacen un llamamiento a los Estados y actores humanitarios para que garanticen los principios que deben guiar toda ayuda humanitaria. Principios que han sido acordados internacionalmente y que son esenciales para conseguir una coordinación efectiva que salve vidas, alivie el sufrimiento, garantice los derechos humanos y preserve la dignidad de las personas víctimas de conflictos, emergencias, crisis humanitarias o desastres.
Recordamos que la respuesta a las necesidades humanitarias en Venezuela debe tener en cuenta lo siguiente:
Toda la acción humanitaria debe ir guiada por un mandato de humanidad; debe garantizar los principios humanitarios de imparcialidad, independencia y neutralidad. Dichos principios han sido aceptados en numerosos documentos y en particular la Resolución 46/182 de la Asamblea General de la ONU.
La ayuda humanitaria no debe ser instrumentalizada para otros fines que no sean la protección de la vida, el alivio del sufrimiento y la garantía de los derechos humanos. Advertimos sobre los riesgos que el uso político de la ayuda puede suponerpara la población que la recibe.
Cualquier actuación humanitaria debe cumplir los acuerdos internacionalmente asumidos en la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo, los Principios de Ayuda Humanitaria de Naciones Unidas y el Consenso Europeo sobre Ayuda Humanitaria.
Recordamos la resolución 71/129 de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre la seguridad del personal humanitario, en la que se establece que los Estados no deben condicionar su trabajo.
Recordamos que el trabajo humanitario es mucho más que la entrega de “paquetes de ayuda” y la mera asistencia, supone un diagnóstico detallado de la situación, define quiénes son las personas más vulnerables, analiza las cuestiones de género y edad, garantiza la rendición de cuentas y una serie de criterios de calidad construidos colectivamente en el ámbito internacional. La profesionalidad de quienes realizan la ayuda debe estar contrastada y garantizada. La ayuda humanitaria no debe ser instrumentalizada ni mediatizada.
La ayuda humanitaria debe ser una contribución a la paz, sin causar perjuicio alguno, aludiendo al principio y deber del “Do not harm”, y ha de mantener su carácter civil (no militar) siempre, tal y como recogen las Directrices de Oslo aprobadas por las Naciones Unidas.
Por ello, hacemos un llamamiento para que toda acción humanitaria que se lleve a cabo garantice tales principios, focalice sus actuaciones en la mejora de la vida de las personas más vulnerables, garantice los derechos humanos, y contribuya a la construcción de la estabilidad y la paz.