Premio Princesa de Asturias de la Concordia a la UE, una broma pesada

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Héctor Alonso
Héctor Alonso

Héctor Alonso

La noticia de la concesión del Premio Princesa de Asturias de la Concordia a la Unión Europea ha causado estupor en colectivos y organizaciones de defensa de los derechos humanos y en especial en las organizaciones que trabajan con migrantes y refugiados.

El Jurado, que asegura que la Unión Europea es merecedora del galardón “por su colaboración en la implantación y difusión en el mundo de valores como la libertad, los derechos humanos y la solidaridad” está reconociendo con este premio, por ejemplo, a Víctor Orban, el primer ministro de Hungría, xenófobo y antieuropeo, quien declaró en 2015 en Madrid, en una intervención en el congreso del Partido Popular Europeo, arropado y aplaudido por Rajoy, que “nuestro objetivo con los migrantes no debe ser proporcionarles una vida europea, una vida mejor. Tenemos que enviarles de vuelta a sus países de origen». Orban defendió la necesidad de debatir sobre la pena de muerte en el Parlamento Europeo. También el derecho a decidir sobre la cuota obligatoria de acogida de refugiados, que, por cierto, nuestro gobierno tampoco ha cumplido.

El mal trato que reciben los refugiados en Hungría es tan evidente que incluso la ONU ha pedido que no se envíe refugiados a ese país, donde se les encierra en centros de detención inhumanos –contenedores- y se les cobra 1.200 euros por cabeza si quieren ir a un campo de refugiados “con mejores condiciones”.

Con este premio se reconoce, también, a una Unión Europea que firmó un Tratado con Turquía que vulnera todos los tratados y Convenios internacionales sobre protección de refugiados. Un Tratado que establece que cualquier migrante llegado de manera irregular a Grecia después del 20 de marzo que no haya solicitado el asilo o cuya solicitud haya sido declarada inadmisible, “será devuelto a Turquía. Las personas sirias llegadas a Grecia después del 20 de marzo también serán devueltas a Turquía. Por cada uno de esos sirios devueltos a Turquía, la UE se compromete a reasentar en su territorio a un refugiado sirio que se encuentre en Turquía”.

Según organizaciones de derechos humanos como la Comisión Española de Ayuda a los Refugiados (CEAR) el acuerdo vulnera el artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos que recoge la prohibición de la tortura y de las penas o tratos inhumanos o degradantes. Turquía no puede ser considerado “país seguro” porque no tiene una legislación adecuada para la protección de los refugiados. Se comprobó además que estaban devolviendo sirios a Siria, lo que vulnera el artículo 33 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. El Tratado vulnera también el artículo 4 del Protocolo 4 del Convenio Europeo de Derechos Humanos que prohíbe las expulsiones colectivas de extranjeros.

Con este galardón también se está reconociendo la actuación de Frontex, la agencia europea de control de fronteras, organismo que se supone que tendría que estar velando por la seguridad de quienes tratan de atravesar el Mediterráneo. Sin embargo, ese trabajo lo están haciendo las ONG, como Proactiva Open Arms, o Médicos Sin Fronteras, que son quienes están salvando vidas. Las ONG han rescatado más del 40% de los migrantes en el mar. En 2016 murieron 5.000 personas en el Mediterráneo. ¿Cuántos hubieran muerto de no ser por el trabajo de estas organizaciones? A pesar de ese trabajo humanitario y filantrópico, el director de Frontex ha tenido el cuajo de acusar a las ONG de trabajar en connivencia con las mafias de traficantes de seres humanos, quizás para justificar su incompetencia y falta de solidaridad.

Con este premio se reconoce también la situación de los migrantes y refugiados en Grecia, que pasaron el invierno alojados en tiendas de campaña cubiertas por la nieve, ateridos por el frío y olvidados.

Con este premio se reconoce también a una Unión Europea que está vendiendo armamento a Arabia Saudí para que machaque Yemen, un país en el que se está desarrollando la mayor epidemia de cólera que se recuerda desde los campos de refugiados ruandeses de Goma. Un país donde dos tercios de la población necesita ayuda urgente y diez millones de personas se enfrentan a la hambruna.

Por último, con este galardón se premia también la existencia de los CIE en España, centros de detención de emigrantes, donde se recluye a personas que no han cometido ningún delito: tan sólo una falta administrativa. En los CIE los detenidos viven en condiciones penosas, sin apenas atención médica o inadecuada, sin ropa de abrigo en invierno, sin derecho a recibir visitas, sin derecho a asistencia jurídica en condiciones, desde donde son expulsados del país sin cumplir la legislación –se ha llegado a expulsar personas enfermas-, con una opacidad que vulnera cualquier derecho jurídico que pudieran tener los detenidos…

Como podemos ver, el Jurado que ha formado parte del Premio Princesa de Asturias entiende muy poco de “libertad, derechos humanos y solidaridad”, como enumera la justificación del Premio, porque de ser así, este Premio debería haber recaido en las organizaciones y colectivos que, de verdad, están colaborando “en la implantación y difusión por el mundo” de la libertad, los derechos humanos y la solidaridad.

@hdelosrios2

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