pozo sin fondo

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Vallas en la frontera de Hungria
Miles de millones de euros gastados sin éxito
Las medidas contra los migrantes en Europa: un pozo sin fondo
IRIN

Algunos creerán que hemos dejado atrás la crisis de los migrantes y refugiados en Europa y que el acuerdo firmado entre la UE y Turquía está funcionando. En los medios de comunicación apenas aparecen ya imágenes de refugiados desembarcando en las costas griegas. De hecho, las cifras globales de llegadas por mar en 2016 son muy inferiores a las del mismo período de 2015: 300.000 llegadas frente a 1,1 millones. Sin embargo, los que llegan atravesando el Mediterráneo son sólo una parte de la realidad, la más visible. La verdad es otra: el número de migrantes y solicitantes de asilo que llegan a través de otras vías es muy superior.

Vallas en la frontera de Hungria

Vallas en la frontera de Hungría

 

Un nuevo informe publicado por la organización Overseas Development Institute (ODI) demuestra que existen otros canales menos visibles para llegar a Europa y que los miles de millones de euros que los gobiernos europeos están gastando en barreras físicas -vallas- y acuerdos de cooperación con terceros países no están sirviendo apenas para nada.

Los autores del informe analizaron las llegadas registradas de los migrantes y refugiados a Italia y Grecia en los últimos dos años, lo que ellos llaman «llegadas abiertas», que son las que son sometidas a seguimiento y son cuantificadas por organizaciones como ACNUR o la Organización Internacional para las Migraciones. Después compararon esas cifras con el número total de solicitudes de asilo presentadas en toda la UE durante el mismo período, y encontraron una gran discrepancia.

En 2015, ACNUR y la OIM contabilizaron un total de 1,1 millones de nuevas llegadas. Sin embargo, se presentaron 1,7 millones de solicitudes de asilo, lo que sugiere que 600.000 personas lograron entrar en Europa a través de otros medios.

En 2016, la diferencia entre las llegadas registradas y las solicitudes de asilo es mucho más grande. Según las tasas actuales, los autores del informe predicen que al final de año se registrarán 890.000 solicitudes mientras que sólo se han contabilizado 330.000 nuevas entradas.

Así, mientras que las «llegadas ‘encubiertas» representaron el 38 por ciento de los nuevos solicitantes de asilo en Europa en 2015, este año representan aproximadamente el 63 por ciento.

De hecho, 2015 fue la anomalía. El informe muestra que durante al menos los últimos siete años, la mayoría de los solicitantes de asilo que llegan a Europa han utilizado medios encubiertos, como llegar ocultos en vehículos, volar a la UE con documentos falsos, o incluso con visados legales, aunque luego solicitan asilo.

Estas rutas no son precisamente  baratas. A menudo incluyen el pago de documentos falsos o el soborno a funcionarios de fronteras. Un desglose de las nacionalidades de llegadas encubiertas en 2015 muestra que menos de un tercio procedían de Oriente Medio, y de ese tercio, sólo el 33 por ciento eran sirios.

Estos datos deberían ser alarmantes para las autoridades, porque significa que la crisis no va a desaparecer. Los autores del informe creen que incluso si la guerra de Siria finaliza, la tendencia seguirá siendo creciente.

La segunda parte del informe del ODI analiza los costes de las medidas de disuasión, tanto en Europa -vallas, control de fronteras y vigilancia- como fuera de Europa -financiación de los controles migratorios exteriores y los programas destinados a abordar las causas fundamentales de la migración tales como la falta de empleo y el desarrollo-.

En el territorio europeo se han construido cinco vallas desde mediados de 2015, con un coste total de 238 millones de euros. En total, Europa ha gastado 1.700 millones de euros en las cercas y otras medidas de control fronterizo entre 2014 y 2016, según la estimación «conservadora» de ODI, que cree que en el control de fronteras se está produciendo un «efecto dominó»: si un país levanta un muro, sólo es cuestión de tiempo que el país vecino haga lo mismo. El resultado, señala el informe, es que se gastan millones de euros para desplazar la presión de los migrantes de un país a otro de Europa, con malos resultados al final: no se está reduciendo el número de solicitantes de asilo.

El informe también hace hincapié en la inexistencia de criterios homogéneos en los controles fronterizos, o en la recepción  y procesamiento de las solicitudes de asilo. Esto hace que la mayoría de los solicitantes se dirijan a unos pocos países donde tienen más posibilidades, lo que hace que esos países estén soportando una parte desproporcionada de la carga financiera. Suecia, por ejemplo, es el país europeo con mayor número de solicitantes respecto de su población. En Suecia el coste por habitante en 2016 fue de 245 euros. Reino Unido, por el contrario, sólo gastó por habitante 16 euros.

Mientras tanto, los gobiernos europeos están gastando grandes sumas de dinero tratando de disuadir a los migrantes y solicitantes de asilo para que no traten de llegar a Europa. Durante el año pasado, la UE ha comprometido 300 millones de euros para el fortalecimiento de los controles de seguridad y las fronteras de los países no europeos y ha prometido miles de millones de euros para apoyar el desarrollo económico a través de acuerdos bilaterales destinados a disuadir a los posibles migrantes de salir de casa.

Recientemente la UE anunció el Marco de Asociación para la migración, que podrían disponer de 9.000 millones de euros en ayudas durante los próximos cuatro años para los países que cooperen con los objetivos de la UE en materia de reducción de la migración.

Un pozo sin fondo

A pesar de las ingentes cantidades de dinero gastado, no hay evidencias de que esta forma de enfocar la crisis esté teniendo algún éxito. De hecho, las evidencias sugieren que, a corto plazo, la migración podría aumentar a medida de que los países pobres experimenten un cierto desarrollo y la gente tenga más recursos y aspiraciones para viajar. Otros acontecimientos, como el cierre del campo de refugiados de Dadaab, donde viven más de 300.000 somalíes, podría provocar un flujo de somalíes hacia Europa.

Los autores del informe concluyen que «sin cooperación internacional y regional, la inversión en los controles fronterizos aislados y seguridad es un pozo sin fondo».

Traducido por Héctor Alonso

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