Detienen al periodista kurdo Behrouz Boochani, que llevaba cuatro años en el centro
«No queremos otra prisión. Queremos irnos de este lugar, pero necesitan darnos una buena solución»
La policía de Papúa Nueva Guinea intentó cerrar hoy definitivamente el campo de detención de Manus, administrado por Australia y donde cerca de 380 solicitantes de asilo permanecen atrincherados. Ante la negativa de los refugiados a marcharse, la policía confiscó los alimentos y el agua que los refugiados habían almacenado, desde que hace veinte días se decidiera cerrar el centro de detención y las empresas contratistas pagadas por Australia dejaran de suministrarles agua y alimentos. El cierre del campo fue decidido por un tribunal de Papúa, que lo consideró ilegal, dejando en el limbo a sus ocupantes, algunos de los cuales llevan más de cuatro años en el centro, desde que fueran trasladados por la marina australiana a la isla de Manus, perteneciente a Papúa Nueva Guinea. Tanto la ONU como organizaciones humanitarias habían calificado el campo como indigno e inhumano.
La situación de los detenidos, que se niegan a marchar porque “no quieren ser encerrados en otra prisión” y no quieren instalarse definitivamente en Papúa por la hostilidad de la población, amenaza con convertirse en una grave crisis humanitaria, según la propia ONU.
Los solicitantes de asilo han confirmado a la prensa que la policía ha destruido el depósito de agua y la comida, así como los alojamientos (tiendas en su mayoría) y las camas y colchones.
Uno de los refugiados ha subido un vídeo a Facebook en el que se ve a la policía exigiendo a los refugiados que se marchen porque el campamento está en un terreno militar y su estancia es ilegal.
Un número desconocido de refugiados subieron a varios autobuses para ser trasladados fuera del campamento. La policía también se llevó al periodista kurdo Behrouz Boochani, muy activo en las redes sociales, y que llevaba cuatro años en el campamento.
El campamento de la isla de Manus en Papúa Nueva Guinea, y otro en la pequeña nación isleña de Nauru, han sido las piedras angulares de la polémica política de inmigración de Australia, que ha sido duramente criticada por las Naciones Unidas y los grupos de derechos humanos.
Australia abrió los campamentos en un intento por detener el flujo de solicitantes de asilo que realizan peligrosos viajes en barco a sus costas.
Bajo su política de inmigración de «fronteras soberanas», Australia se niega a aceptar a los solicitantes de asilo que llegan por mar, enviándolos a dichos campamentos, que son más bien centros de detención.
Naciones Unidas coincide con los refugiados en que Papúa no es un país adecuado para acogerles, porque no cumple con los estándares mínimos para gestionar la llegada e integración de refugiados. Australia ha asegurado que no se dejará presionar por los refugiados ni por la ONU y no permitirá que esos solicitantes de asilo lleguen a su territorio.
La mayoría de los que están en el campamento son de Afganistán, Irán, Myanmar, Pakistán, Sri Lanka y Siria.