OMS, UNICEF y Gavi preparan una estrategia para inmunizar a más de 200 millones de niños contra el sarampión, la fiebre amarilla y la difteria
Héctor Alonso
Uno de los daños colaterales de la pandemia por COVID-19 ha sido la interrupción de la vacunación de rutina infantil en muchos países que salva decenas de miles de vidas cada año, y que durante 2020 y 2021 sufrió alteraciones que dejaron sin inmunización contra enfermedades que cuestan vidas o provocan secuelas a millones de niños. Para tratar de recuperar el tiempo perdido la Organización Mundial de la Salud, UNICEF y la alianza Gavi han preparado una estrategia con la que se pretende salvar 50 millones de vidas hasta 2030.
Según un estudio de la OMS un tercio de los países del mundo han sufrido interrupciones en sus programas de vacunación de rutina, lo que coloca a 220 millones de personas en 50 países, en su mayoría niños, en riesgo de contraer enfermedades como el sarampión, la fiebre amarilla o la poliomielitis. Más de la mitad de esos países están en África, que además está sufriendo la falta de acceso para las vacunas contra la COVID-19.
Las campañas para inmunizar contra el sarampión, que es una de las enfermedades más contagiosas y que puede provocar grandes brotes en lugares donde la gente no se ha vacunado, han sido las más afectadas por la interrupción. Afectan a 140 millones de personas y en algunos sitios llevan más de un año sin vacunar. Cada día de retraso significa la pérdida de vidas.
Las consecuencias de no vacunar ya se están viendo: se han producido brotes graves de sarampión en la República Democrática del Congo, Pakistán y Yemen, y se esperan brotes en más países.
UNICEF ya alertó por la disminución de vacunas en 2020: entregaron 2.010 millones de dosis, frente a 2.290 millones en 2019.
Dos décadas de progresos perdidos
Si la situación no se remedia, se perderán dos décadas de progreso en la inmunización de rutina, según Gavi, la Alianza para las Vacunas. Ese es el objetivo de la estrategia plasmada en la Agencia de Inmunización 2030, por la que se pretende establecer una vacunación durante toda la vida, desde la infancia a la vejez. Si se lleva a cabo, serían más de 50 millones de vidas salvadas, la mayoría en países de ingresos bajos o muy bajos.
Los pilares básicos de la estrategia para 2030 serían lograr la cobertura esencial del 90 por ciento en niños y adolescentes, reducir a la mitad el número de niños que no reciben el programa de vacunación completo, e introducir vacunas no utilizadas o poco utilizadas, como las de la COVID-19, el rotavirus o el virus del papiloma humano (VPH).