Hambre y guerra, los principales enemigos del desarrollo mundial

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Día Mundial de la Alimentación

Pilar Estébanez Estébanez
Pilar Estébanez Estébanez

Pilar Estébanez, doctora en Medicina y Presidenta de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria

Hoy se celebra el Día Mundial de la Alimentación, cuyo fin es concienciar a los países sobre el problema alimentario mundial y fortalecer la lucha contra la desnutrición y la pobreza.

Parecía en los últimos años que avanzábamos hacia la reducción del hambre a escala planetaria. Sin embargo, la realidad ha vuelto a demostrar que sin un esfuerzo constante no sólo no hay avances, sino que se producen retrocesos importantes.

Las últimas crisis internacionales y los conflictos bélicos ahora en marcha impiden avanzar en este y en otros muchos campos. La sequía, provocada ya indiscutiblemente por el cambio climático, ha hecho retroceder los avances en África Subsahariana y en Etiopía y Somalia. En otras partes del mundo el exceso de lluvias e inundaciones están destruyendo cosechas y dejando a muchas comunidades sin su principal fuente de alimentación. Los últimos huracanes han arrasado los campos en Cuba, la República Dominicana y Haití, además de otras islas de Atlántico y Caribe, provocando grandes necesidades de suministro externo de alimentos.

Además la escasez de alimentos, ya sea por la sequía, o por la destrucción o abandono de las cosechas por los conflictos bélicos, provoca grandes movimientos de población que producen una presión insoportable en los escasos recursos de las zonas donde esta población tiene que buscar refugio. Es lo que está pasando en los países vecinos de Sudán del Sur, Uganda, principalmente, que está recibiendo centenares de miles de refugiados que huyen de la violencia y el hambre.

Según los datos de las organizaciones internacionales y del World Food Program, organización que ha instituido el Día Mundial de la Alimentación, más de 800 millones de personas se acuestan cada noche con hambre, la  mayor parte de ellos niños. El 60 por ciento de estos 800 millones de personas viven en países que sufren un conflicto (489 millones). Hay 155 millones de niños desnutridos, de los que la mayoría (122 millones) viven en países en los que hay guerra o son refugiados.

Algunos datos para tomar conciencia del problema:

El hambre ha aumentado en un 6 por ciento en América Latina y el Caribe (son 42,5 millones de personas).

Uno de cada mueve habitantes de la Tierra no dispone de alimentos suficientes para desarrollar una vida saludable y activa.

El 12,9 de la población de los países en desarrollo padecen desnutrición.

Asia es el continente donde más personas sufren hambre (dos tercios del total).

África Subsahariana es la región con mayor prevalencia (porcentaje de la población) de hambre: una de cada cuatro personas de esa zona está desnutrida.

La desnutrición es la causa de casi la mitad de muertes de niños menores de cinco años, lo que supone que cada año mueren por desnutrición 3,1 millones de niños. Uno de cada cuatro niños del mundo tiene retraso de crecimiento, y 66 millones de niños asisten a clase con hambre en todo el mundo, un tercio de ellos en África.

Antes nos hemos referido a la relación que hay entre conflicto bélico y hambre, pero los desastres naturales también son fuente de enormes desplazamientos de población: entre 2007 y 2014 más de 184 millones de personas fueron desplazadas de sus hogares por catástrofes naturales, una media de 26,4 millones cada año. Estas personas, que permanecen en su mayoría dentro de su país, pierden el acceso a su fuente de alimentación, que suele ser la pequeña agricultura de subsistencia y la ganadería. Los conflictos bélicos asociados a estos fenómenos en muchos casos, impiden a estos desplazados regresar a sus hogares, creando un problema crónico.

Las principales víctimas del hambre son las mujeres y los niños, sobre todo los menores de dos años, así como los recién nacidos de madres que no han podido alimentarse correctamente durante el embarazo. Ello provocará en muchos niños problemas de desarrollo y cognitivos que arrastrarán durante toda su vida. En este momento, el paradigma de un país que sufrirá consecuencias futuras es Yemen, con una cifra récord, y escandalosa, de siete millones de personas –casi la mitad del país- que están padeciendo las consecuencias del hambre provocadas por la guerra.

El hambre, la desnutrición crónica, es uno de los mayores enemigos del desarrollo: pueden lastrar a un país durante décadas. El hambre provoca más pobreza, conflictos y enfermedad. Si no eliminamos el hambre de la ecuación, no contribuiremos a lograr el desarrollo y la paz en el mundo.

 

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