Guerras y Rebeliones

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Soldados partidarios del presidente electo Alassane Ouattara

 

Soldados partidarios del presidente electo Alassane OuattaraGuerras y rebeliones
Pilar Estébanez, presidenta de SEMHU

A pesar de los esfuerzos y los deseos de cada cambio de década o de año, el número de conflictos -llamémoslos como lo que son: guerras- siempre permanece más o menos invariable. A veces nos llega la noticia de un acuerdo de paz, o un desarme, pero pronto aparece otra guerra, nueva o reanundada. Según datos de ACNUR hasta el domingo 27 de marzo 381.888 personas habían huido de la violencia en Libia. Esta cifra incluye a más de 193 783 personas que han llegado a Túnez (incluidos 19.541 tunecinos, 23.184 libios y 145.476 personas de otras nacionalidades), 156.471 a Egipto (incluidos 79.020 egipcios, 32.679 libios y 44.772 personas de otras nacionalidades), 15.647 a Níger (incluidos 14.698 de Níger y 949 de otras nacionalidades), 9.987 a Argelia (por vía terrestre, aérea y marítima), 3.200 a Chad y 2.800 a Sudán. Otras 150.000 personas han huído de los enfrentamientos en Costa de Marfil para refugiarse en Liberia.

África parecía estable a finales de año, con el posible fin de una de las guerras más crueles de los últimos años,Sudán, hasta que comenzó un rosario de revueltas que aún no ha acabado: Costa de Marfil celebró elecciones presidenciales y Laurent Gbagbo, su presidente hasta el momento, se negó a aceptar el resultado que le apearía del poder. Los combates entre partidarios de Alassane Ouattara, el candidato que derrotó a Gbagbo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, celebrada el pasado 28 de noviembre y el propio Gbagbo han costado centenares de muertes. Francia, la antigua metrópoli, ha puesto en marcha una operación militar desplazando a 1.900 soldados que han acabado por detener a Gbagbo y que puede costarle caro al nuevo presidente si se le comienza a percibir en su país como un títere de Francia.
Las rebeliones en los países árabes nos dan el consuelo de que, por lo menos, han sido protagonizadas por ciudadanos cansados de regímenes corruptos y dictatoriales. Una buena noticia ha sido el anuncio de que en Túnez se van a confeccionar, por primera vez en un país árabe, listas electorales paritarias y en cremallera, lo que demuestra que las intenciones de alcanzar la democracia y la igualdad hombre-mujer, son serias. En Siria, sin embargo, la violencia contra los partidarios de las reformas está aumentando de forma preocupante.
Más preocupante resulta la guerra civil desatada en Libia, que ha obligado a los países de la OTAN, entre ellos el nuestro, a participar en un conflicto que no parece que tenga un final rápido y fácil y que está provocando el desplazamiento de decenas de miles de personas. Convendría, a este respecto, que la Unión Europea comience a tomarse en serio la presencia de miles de desplazados por esta guerra en Malta y Lampedusa, que quizás no deberían ser tratados como inmigrantes ilegales, sino como refugiados.
Según los datos proporcionados por ACNUR, además de las llegadas a Italia y Malta, hasta el domingo 27 de marzo 381.888 personas habían huido de la violencia en Libia. Esta cifra incluye a más de 193 783 personas que han llegado a Túnez (incluidos 19.541 tunecinos, 23.184 libios y 145.476 personas de otras nacionalidades), 156.471 a Egipto (incluidos 79.020 egipcios, 32.679 libios y 44.772 personas de otras nacionalidades), 15.647 a Níger (incluidos 14.698 de Níger y 949 de otras nacionalidades), 9.987 a Argelia (por vía terrestre, aérea y marítima), 3.200 a Chad y 2.800 a Sudán. Otras 150.000 personas han huído de los enfrentamientos en Costa de Marfil para refugiarse en Liberia.

No parece que con todos estos mimbres, estemos logrando un mundo ni más seguro, ni más pacífico, ni más justo.
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