Cómo se limpian las comunidades de chabolas para convertir a Lagos (Nigeria) en el «Dubai de Nigeria»
Eromo Egbejule/IRIN
En noviembre de 2016, un implacable bulldozer propiedad del gobierno se llevó por delante el hogar, el negocio y las esperanzas de Celestine Ahisu de golpe. Hasta entonces esta mujer había sido uno de los 30.000 residentes de la comunidad pesquera de Lagos en Otodo-Gbame, hasta que la policía llegó una noche y desalojó a toda la comunidad para acabar con el asentamiento de chabolas.
Otodo-Gbame fue el hogar ancestral de los Egun, que emigraron de la vecina República de Benin y Togo hace más de medio siglo; un crisol de muchas etnias, como la ciudad a la que pertenecía ese asentamiento, Lagos. La mala suerte ha hecho que ese barrio de chabolas estuviera situado entre la zona de desarrollo Lekki Fase 1 y la elegante urbanización Elegushi.
Después de que las excavadoras arrasaran las chabolas y el fuego acabara con los restos, los habitantes del barrio trataron de regresar, pero fueron recibidos con gases lacrimógenos y cargas policiales. La policía fue acusada de los incendios, pero ésta respondió que los que quemaron las casas fueron sus propietarios. El balance de los desalojos, los incendios y la actuación policial ha sido de 11 muertos y muchos desaparecidos.
Ricos contra pobres
El gobernador del estado de Lagos, Akinwunmi Ambode, justifica las demoliciones sobre la base de que los asentamientos eran un foco de crímenes y refugio de maleantes. La realidad es que la comunidad de pescadores y comerciantes de Otodo-Gbame es la última víctima de una competencia desigual entre los pobres sin tierra y un acaudalado negocio y una élite política con una visión de un Lagos nuevo y próspero.
La pieza central de esa ambición es Eko Atlantic, un desarrollo residencial y comercial multimillonario en 10 kilómetros cuadrados de tierra recuperada del Océano Atlántico, considerada la respuesta de Nigeria a Dubai. Un año después de la destrucción de Otodo-Gbame, las excavadoras y apisonadoras están preparando el terreno para construir Periwinkle Estate, una zona de rascacielos que transformará el horizonte de la ciudad.
Mientras, algunos de los antiguos habitantes de Otodo-Gbame se han alojado en casas de familiares y amigos, otros no tienen dónde ir, y casi todos se han quedado sin medio de vida. La falta de vivienda y de trabajo es un problema en esta gigantesca ciudad.
Ahisu, un ex líder de la comunidad, aún no se ha recuperado. Durante un mes durmió en las calles después de enviar a su familia a vivir con parientes en Ibadan, a 135 kilómetros al norte de Lagos. Ahora la familia se ha reunido de nuevo, alojados en casa de un primo. Ahisu era electricista, pero perdió sus herramientas en el desalojo y se ha quedado sin su medio de vida. Tiene problemas para alimentar a sus hijos, que no van al colegio porque no puede pagarlo.
Roseline Alphonse, que tiene seis hijos, fue abandonada por su marido tras el desalojo. Sobrevive vendiendo hortalizas en el mercado mientras sus hijos mendigan para sobrevivir. Ahora vive en un edificio sin terminar. Sin puertas ni ventanas. El hambre y la enfermedad se han cebado en muchos de los antiguos habitantes del barrio: desde entonces han muerto más de 15 niños.
A pesar de que los tribunales declararon ilegales los desalojos, y estableció indemnizaciones para sus antiguos moradores, la empresa que se ha apropiado de los terrenos aún no ha pagado nada. El mes pasado 600 manifestantes ocuparon la oficina del gobernador para exigir la compensación ordenada por el tribunal hace tres meses, y amenazaron con permanecer allí toda la noche. La policía actuó con violencia y detuvo a 158 personas, que un mes después no han sido liberados. Amnistía Internacional ha pedido «la liberación inmediata e incondicional» de todos los manifestantes arrestados y una investigación independiente sobre las denuncias de uso excesivo de la fuerza por parte de la policía. Las autoridades, por su parte, acusan a AI de “parcialidad”.