Un reportaje de ACNUR desde el campo de refugiados de Kutupalong (Bangladesh)
Miles de refugiados rohingyas que viven en un asentamiento informal en Bangladesh necesitan refugio, comida y agua. Muchos llegaron tras haber huido de sus aldeas después de que éstas fueran incendiadas y durante su camino se enfrentaron al monzón, que ha convertido los caminos en ríos o barrizales.
Rabeya Khattm reunió a sus seis hijos y huyó a través de las lluvias de monzón, tardando ocho días hasta llegar a este campo de refugiados, donde llegaron ateridos y sin nada. Ella y sus hijos -uno de ellos, un bebé, enfermo- se refugian ahora bajo una lona de ACNUR con apenas una sábana de plástico para refugiarse del frío.
Aproximadamente 421.000 Rohingya han llegado a Bangladesh desde que el último ataque de violencia estallara el 25 de agosto.
Miles de personas, incluyendo niños de todas las edades se han asentado en este campo de refugiados informal, donde ACNUR les está tratando de prestar apoyo. De momento, la organización les ha proporcionado 150 tiendas de campaña y esperan recibir otras 6.000 en los próximos días. También se están construyendo letrinas y suministro de agua potable.
Por culpa de las lluvias el terreno está enfangado y en algunas zonas cubre hasta el tobillo.
A pesar de la celeridad con la que están tratando de ayudar a estas miles de personas que siguen llegando, hay mucha gente durmiendo en las carreteras y caminos al raso. La población de este asentamiento informal es de más de 15.000 personas, y sigue creciendo cada día.
Otra de las urgencias es el agua y el saneamiento: no hay suficientes letrinas y la gente está bebiendo agua de donde pueden cogerla, lo que aumenta el riesgo de enfermedades y epidemias.
Hay personas enfermas o heridas, con fracturas sin tratar y sin medicamentos. Y la situación puede empeorar según pasan los días.
Traducción Héctor Alonso