Turquía rechaza a los sirios en la frontera

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Familia siria aguarda junto a la frontera de Turquía

Turquía rechaza a los sirios en la frontera

Turquía ha cerrado sus fronteras a los solicitantes de asilo sirios, y les está rechazando en sus intentos de atravesar la frontera, según ha denunciado hoy Human Rights Watch. Los sirios están denunciando que los guardias fronterizos turcos les rechazan incluso con violencia, o son detenidos para ser explusados de forma sumaria. Durante la segunda quincena de octubre de 2015, Human Rights Watch entrevistó a 51 sirios en Turquía que habían huido de la guerra. Todos dijeron que tenían asumido que sólo podrían entrar en Turquía de la mano de los contrabandistas. Casi todos relataron persecuciones e incluso disparos.

 

Familia siria aguarda junto a la frontera de Turquía

 

 

 

 

«El cierre de la frontera de Turquía está obligando a las mujeres embarazadas, los niños, los ancianos, los enfermos y los heridos a confiar en los contrabandistas», según denunció Gerry Simpson, investigador principal sobre refugiados de Human Rights Watch. «Turquía ha acogido generosamente a los sirios y tiene derecho a controlar sus fronteras por razones de seguridad, pero no debería forzar a los solicitantes de asilo a regresar a una zona de guerra».

A mediados de noviembre, Turquía había registrado casi 2.200.000 sirios, de los cuales unos 250.000 viven en 25 campamentos gestionados por las autoridades turcas. En septiembre, Turquía dijo que había gastado 7,6 millones de dólares en asistencia a los refugiados sirios desde 2011. Turquía merece reconocimiento y apoyo poder financiar esos gastos, pero está obligada como país a mantener sus fronteras abiertas a las personas que buscan asilo, según Human Rights Watch.

Turquía cerró sus dos últimos puntos oficiales de cruce de fronteras a casi todos los sirios a principios de marzo, permitiendo cruzar sólo algunas personas con necesidades médicas urgentes. Sin embargo los sirios han seguido llegando a través de las rutas de contrabando. Ahora Turquía ha intensificado la vigilancia en los pasos fronterizos no oficiales.

Muchos de los entrevistados por Human Right Watch han reconocido que la intensificación en las últimas semanas de los ataques aéreos de Rusia y del gobierno de Siria en Alepo e Idlib los obligaron a escapar del país. También describieron la pobreza extrema, la falta de electricidad y agua potable, la ayuda limitada y la deficiente atención médica debido a la falta de personal cualificado y la saturación de los servicios médicos.

Desde que ha aumentado la vigilancia de las froteras, Human Rights Watch sólo ha sido capaz de identificar un lugar -en el sureste de Antakya- donde los sirios han continuado cruzando con la ayuda de los contrabandistas aprovechando la oscuridad de la noche y el terreno escarpado. Los refugiados se concentran en la zona, a veces llegan a ser miles, a la espera de encontrar un contrabandista que les guíe. A veces se encuentran con guardias froterizos que les disparan, lo que provoca desbandadas e incluso la separación de familias. Hay relatos de personas que han fallecido tras precipitarse al vacío dado lo escarpado del terreno. Otros han dado la vuelta y han preferido regresar a Siria al considerar que no serían capaces de superar las dificultades del terreno.

Turquía ratificó la Convención sobre Refugiados de 1951, pero con una limitación geográfica que sólo reconoce como refugiados a las personas que huyen de Europa. Sin embargo, en virtud del derecho internacional consuetudinario sobre los refugiados y el derecho internacional de los derechos humanos, Turquía debe respetar el principio de no devolución, que prohíbe a los países devolver a personas a un lugar en el que se enfrentan a un riesgo real de persecución, tortura, tratos o penas inhumanos o degradantes. La norma prohíbe también el rechazo de los solicitantes de asilo en las fronteras que los expondría a tales amenazas.

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