Siria: una bomba de relojería según la ONU

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A member of the Syrian Violet NGO disinfects tents at a camp for displaced people in Kafr Jalis village, north of Idlib city, on March 21, 2020 as a preventive measure against the spread of the coronavirus COVID-19. (Photo by Omar HAJ KADOUR / AFP) (Photo by OMAR HAJ KADOUR/AFP via Getty Images)

Continúan los bombardeos sobre la población civil, aprovechando el confinamiento por la pandemia de COVID-19

El temor a la extensión del COVID-19 en Siria está siendo aprovechado por algunas de las partes en conflicto para atacar a la población civil, agrupada y aislada para tratar de evitar la pandemia.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, ha expresado su preocupación por las continuas violaciones y abusos de los derechos humanos y el incremento de muertes de civiles en Siria. «El deterioro de la situación es una bomba de relojería que no podemos ignorar», ha dicho.

El Alto Comisionado recibe a diario informes sobre asesinatos selectivos y bombardeos sobre la población civil en todo el país. «Varias partes en el conflicto en Siria, incluido ISIS, parecen ver el enfoque global en la pandemia COVID-19 como una oportunidad para reagruparse e infligir violencia sobre la población».

En abril, la Oficina de Derechos Humanos de la ONU documentó al menos 35 muertes de civiles debido a ataques con dispositivos explosivos improvisados ​​(IED), en comparación con siete del mes anterior. Desde principios de marzo, ha habido un total de 33 ataques con IED, 26 de los cuales tuvieron lugar en zonas residenciales, mientras que otros siete ataques afectaron los mercados.

Casi todos estos ataques han ocurrido en el norte y el este del país, que se encuentra bajo el control del ejército de Turquía y de sus aliados, o bajo el control de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) lideradas por los kurdos y opositoras al gobierno. El pasado 28 de abril 51 personas, 29 de ellas civiles, murieron por la exposición de un camión en un mercado de la ciudad noroccidental de Afrin.

En la gobernación de Dar’a, en el sur de Siria, controlada por el gobierno, la Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha documentado 52 incidentes de asesinatos aparentemente selectivos desde principios de marzo, en los que murieron 17 civiles. Y el pasado 4 de abril un grupo armado secuestró y mató a nueve policías en la ciudad de al-Muzairib. ISIS se ha atribuido tres ataques en esa zona.

Violencia sin fin

Desde que comenzó la guerra civil en Siria, hace casi diez años, han muerto cientos de miles de personas y varios millones se han convertido en desplazados y refugiados. Muchas aldeas y ciudades han resultado prácticamente destruidas. Lejos de pacificarse, el país está entrando de nuevo en una espiral de violencia extrema, generalizada e impune, cometida por todos los contendientes.

El alto el fuego se mantiene aún en la provincia de Idlib tras la negociación entre Turquía y Rusia, que apoyan a bandos diferentes. aunque esporádicamente se producen enfrentamientos.

Otro grave problema que afecta al país es la enorme cantidad de víctimas provocadas por restos de explosivos sin detonar o minas terrestres. Desde marzo han muerto al menos 29 personas por esta causa.

 

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