La violencia de género es un problema de salud pública

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La violencia de género es un problema de salud pública

Alfonso Antona, antropólogo del Instituto de Salud Pública. Madrid Salud y cooperante

La fecha del 25 de noviembre se eligió, por parte de la comunidad internacional, como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, se conmemora la muerte de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas que fueron brutalmente asesinadas en 1960 por orden del dictador dominicano Rafael Trujillo. Afecta a todas las mujeres del mundo con independencia de donde viven o la edad que tengan. Es tal la magnitud de la violencia y ha alcanzado tales dimensiones que la Organización Mundial de la Salud ha declarado a la violencia contra las mujeres prioridad de salud pública en todo el mundo. (Resolución 49/25 de 1996).

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Se calcula que entre 500.000 y 2 millones de personas (1) son traficadas anualmente en situaciones que incluyen prostitución, mano de obra forzada, esclavismo o servidumbre. Mujeres y niñas suman alrededor del 80 por ciento de las víctimas detectadas. Esta ignominia aumenta en situaciones de crisis humanitarias como ha sucedido tras el terremoto de Nepal, donde se ha detectado un incremento notable del tráfico de niñas.
Durante las crisis, como los conflictos o los desastres, las mujeres suelen sufrir adversidades extremas, como mayor violencia e inseguridad, movilidad restringida y más responsabilidades relativas al cuidado, las tareas domésticas y los medios de vida. Entre las mujeres refugiadas, las solteras de 20 a 35 años son especialmente vulnerables a la violencia. Sin un hombre que ejerza el rol tradicional de proveedor y protector, quedan de forma efectiva limitadas sus opciones de acceso a la ayuda y las ponen en riesgo de sufrir violencia sexual y de género (2).

Se calcula que, a nivel mundial, una de cada cinco mujeres se convertirá en víctima de violación o intento de violación en el transcurso de su vida. En todo el mundo, hasta un 50% de las agresiones sexuales se cometen contra niñas menores de 16 años. La primera experiencia sexual del 30% de las mujeres fue forzada, porcentaje que aumenta todavía más entre las menores de 15 años en el momento de su iniciación sexual (3). No poder defenderse de la agresión o carecer de habilidades para negarse a tener prácticas de riesgo, está muy relacionado con la feminización del VIH/SIDA.

Aunque la violencia afecta a mujeres y niñas de todos los estratos económicos y sociales, aquellas que se encuentran en situaciones de pobreza y exclusión suelen correr un riesgo mayor de sufrir abusos, tienen menos posibilidad de acceder a recursos de ayuda, como policía, servicios sociales, jurídicos y de salud. Según datos aportados por el Banco Mundial, las mujeres entre 15 y 44 años de edad corren mayor riesgo de ser violadas o maltratadas en casa que de sufrir cáncer, accidentes de tráfico, guerra y malaria.

Más de 130 millones de mujeres y niñas, viven con sus genitales mutilados. Hace unos meses aparecía la noticia de que en Mosul (Irak), tras el control de la ciudad por parte del denominado Estado Islámico, se había impartido una fatua con la intención de mutilar a todas las mujeres de 11 a 46 años para protegerlas de la amoralidad occidental. La verdadera inmoralidad es agredir a las mujeres con la única intención de controlarlas, anularlas y cosificarlas. La mutilación genital femenina no es una prescripción religiosa, es simplemente otra forma de subyugar a la mujer, una forma gratuita de violencia de género facilitada por estructuras sociales patriarcales y sexistas, exacerbada por la pobreza y el aislamiento, situación ésta que se agrava en las crisis humanitarias complejas como son los conflictos armados.

El asesinato de mujeres por causa de la dote en manos de su esposo o parientes políticos es una práctica habitual en ciertas partes del mundo (sobre todo en Asia Meridional). Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) se dan alrededor de 5000 asesinatos al año por motivos de “honor”. La selección de sexo prenatal, el infanticidio femenino selectivo o el abandono sistemático del cuidado de niñas, son prácticas generalizadas en amplias regiones del mundo.

La violencia sexual contra las mujeres ha sido utilizada como arma de guerra (Bosnia, Ruanda, Congo, Centroamérica, etc.), sufriendo la incomprensión y, en algunas ocasiones, la agresión de quien debía protegerlas. Hago referencia a los múltiples casos probados de abuso por parte de la fuerzas de Naciones Unidas.

La violencia contra las mujeres, desde sus formas más sutiles hasta las más extremas, el asesinato, es consecuencia de un discurso sexista basado en relaciones de poder desiguales que mantienen algunos privilegios de los hombres sobre las mujeres. En aquellos momentos de crisis humanitarias, donde las mujeres se encuentran más desprotegidas, la inclusión de la perspectiva de género no es una opción, es una responsabilidad de todas y todos los actores humanitarios.

Notas
[1]UNOC (2014). Informe Mundial sobre la trata de personas.  https://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/glotip/GLOTIP14_ExSum_spanish.pdf
[2] http://www.unwomen.org/es/what-we-do/humanitarian-action/emergency-response#sthash.aUYDLIix.dpuf
[1]ONU Mujeres. (2012-2013). En: http://www.unwomen.org/~/media/headquarters/attachments/sections/library/publications/2013/6/unwomen-annualreport2012-2013-es.pdf

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