Kompass decidió filtrar el informe sobre los abusos, considerado «confidencial» por la ONU, porque sabía que mientras no salieran a la luz los abusos sobre los niños éstos podrían continuar y después sería muy difícil localizar a los culpables, ya que los países suelen proteger a sus soldados cuando cometen abusos o crímenes en el cumplimiento de sus misiones de paz. Para Kompass era muy urgente, además, localizar a esos niños para protegerles, ayudarles y facilitar que denunciaran a los violadores. Al ver que el informe iba de despacho en despacho sin que los máximos responsables de la ONU hicieran nada al respecto, decidió filtrar el informe a los medios de comunicación franceses, país de donde procedían los cascos azules implicados en los abusos, para que el gobierno francés actuara en consecuencia.
En una carta enviada a los medios de comunicación, Anders Kompass explica los motivos de su dimisión, tras ser exonerado, basados en la decepción por el funcionamiento poco ético de la ONU. También explica por qué decidió filtrar el informe a los medios de comunicación.
«En el momento en que denuncié los abusos sexuales de niños por las fuerzas de paz en la República Centroafricana en 2014, llevaba trabajando para la ONU durante casi 20 años. No hay jerarquía en el horror y la brutalidad fui testigo durante esas dos décadas -matanzas, torturas, asesinatos, desplazamiento de poblaciones- pero un niño de ocho años de edad, que describe en detalle el abuso sexual por parte de las fuerzas de paz destinado a protegerlo es el tipo de historia que nunca hubiera deseado haber leído. También he sido testigo de disfunciones en la ONU en los últimos años, pero para lo que no estaba preparado era para ver cómo la ONU manejaría estos escándalos y su reacción contra mí», explica Kompass en su carta.
«El cólera en Haití, la corrupción en Kosovo, los asesinatos en Ruanda, el encubrimiento de crímenes de guerra en Darfur: en demasiadas ocasiones la ONU no logra mantener los principios y normas establecidos en sus estatutos, normas y reglamentos. Por desgracia, parece que estamos presenciando cada vez más personal de la ONU menos preocupado por observar las normas éticas que por hacer lo que sea más conveniente para ellos o para los Estados miembros».
En su duro alegato el diplomático sueco considera que esto se debe a que los funcionarios de la ONU tienen miedo del coste que supondría para ellos llevar un comportamiento ético o denunciar abusos.
«El personal (de los organismos de la ONU) tiene miedo. Este temor se basa en la experiencia generalizada. Muchos miembros del personal han sido víctimas de represalias o han sido testigos de las represalias contra aquellos que han tomado posturas éticas impopulares (incluida la información sobre conductas internas poco éticas): apartados de sus funciones, traslados repentinos, informes negativos contra ellos, no renovación de sus contratos… Los funcionarios saben que no están protegidos».
«Lo que me ha pasado ha reforzado mucho esta convicción. Actué éticamente cuando informé del abuso sexual infantil en la República Centroafricana a las autoridades policiales externas. Yo les proporcioné los datos que necesitaban, en medio de una guerra civil, para encontrar y proteger a las víctimas de forma rápida; detener a los autores y obtener información de los investigadores de la ONU. Sin embargo, pidieron mi dimisión y fui suspendido de mi trabajo después de mi negativa a dimitir. Me pusieron en la picota y me denigraron durante meses mientras fui sometido a una investigación por «divulgar indebidamente información confidencial».
La ONU mira para otro lado
El diplomático, en su carta, enumera ejemplos de otros comportamiento poco éticos de la ONU, como la decisión del Secretario General de la ONU, Ban ki Moon, de eliminar a Arabia Saudí de la lista de países donde se mata o se mutila a niños tras la amenza del país de retirar sus fondos de la ONU.
Después de meses de angustiosa espera, Kompass fue exonerado en las investigaciones internas y externas. Sin embargo, después de haber sido declarado inocente y estar convencido de que se aplicarían los principios de justicia que la ONU predica, comprobó que la ONU, hasta la fecha, no ha tomado ninguna iniciativa para hacer frente a los problemas sistémicos de la rendición de cuentas internas planteada por el comportamiento de los funcionarios de la ONU hacia él, ni ha iniciado ningún proceso de reparación por las «consecuencias negativas» sufridas por él y su familia.
Kompas recuerda que él podría haber solicitado una reparación ante los tribunales, por los daños y perjuicios sufridos, pero decidió no hacerlo porque al final la reparación se hubiera sustanciado en una compensación económica procedente de los presupuestos de la ONU, en lugar de proceder, como a él le hubiera gustado, de las personas culpables de su acoso.
El funcionario, en su carta, agradece a las ONG y a la prensa el apoyo recibido, crucial para que su caso no quedara enterrado en la ONU, pero considera que es triste que tengan que ser las ONG o la prensa quienes saquen a la luz los abusos y las violaciones de los derechos humanos cometidas por la propia ONU. Como ejemplo cita las violaciones de los derechos humanos en la República Democrática del Congo, la corrupción en Bosnia-Herzegovina, los abusos y violaciones de derechos humanos por parte de las Fuerzas de Paz de la ONU en varias misiones de paz… «El mundo sabe que estas cosas suceden sólo porque alguien se atrevió a romper el silencio y filtrarlo a la opinión pública. Es una respuesta a la insuficiencia ética de la ONU».
Opacidad y atmósfera de miedo en la ONU
«Y sin embargo, la ONU reacciona a estos escándalos castigando a aquellos que tratan de mantener una postura ética, ocultando la verdad en la medida en que sea posible, y tratando de reforzar su control sobre la información. En lugar de crear una cultura que facilite la denuncia de las irregularidades como una oportunidad para fortalecer los valores y las normas de organización, la ONU promueve una atmósfera de miedo para que los trabajadores no crucen esa línea».
El diplomático sueco termina su carta con un alegato sobre sus convicciones y con durísmas acusaciones contra la ONU. Incluso después de haber sido exonerado de las acusaciones, Kompass acusa a la ONU de haberle acosado. «Después de ser declarado inocente, la ONU me hizo saber que yo no era aceptado de nuevo a bordo como miembro valioso del personal. De hecho, han hecho lo posible para que yo no pudiera seguir contribuyendo significativamente por más tiempo. Si no puedo ser útil, lo mejor es marcharme».
«Todavía creo en la defensa de los derechos humanos. Todavía creo que se necesita una organización universal para mejorar las posibilidades de paz y el progreso mundiales. Pero también creo que sin grandes cambios destinados a resucitar el comportamiento ético dentro de la ONU, la organización no será capaz de hacer frente con éxito a los desafíos de hoy y del mañana. Por desgracia, respecto de este último punto, la experiencia me ha hecho muy escéptico».