«La jungla» está ahora en el centro de un debate político que se ha intensificado desde que los votantes británicos decidieron salir de la Unión Europea y de cara a las elecciones presidenciales de abril en Francia, donde el panorama está muy abierto.
La mayoría de los migrantes que han llegado a Calais proceden de África y de Oriente Medio, de donde han huido de la pobreza y la violencia, con la esperanza de tener una vida mejor en Gran Bretaña. Las islas, con la tasa de paro de menos de la mitad que la de Francia, era una buena oportunidad para ellos, y la presencia de amigos o familiares en el país era otra buena razón para intentarlo.
Ahora, se han quedado a tan sólo 35 kilómetros de distancia, la que separa la costa francesa de la británica.
Los intentos de los migrantes por atravesar el Canal son peligrosos: ocultos en los camiones que suben a los ferrys, o saltando las vallas de seguridad para trepar a los trenes que usan el túnel del Canal. La mayoría de los intentos acaban en fracaso. Y, a menudo, en muerte.
Se calcula que en «la jungla» viven entre 7.000 y 9.000 migrantes, muchos de ellos ya sin esperanza. Las medidas de seguridad hacen imposible lograrlo. Según los miembros de las organizaciones humanitarias que trabajan en «la jungla», antes todos querían llegar a Gran Bretaña. Ahora muchos están aceptando que Francia es una buena opción.
Crecimiento de la xenofobia
El fracaso de la Unión Europea en ofrecer una respuesta coherente frente a la crisis migratoria ha fortalecido el auge de un sentimiento contra la inmigración, así como el euroescepticismo, que se podría reflejar en el crecimiento de los partidos xenófobos y ultraderechistas. De hecho, las encuestas en Francia muestran que Marie Le Pen, del Frente Nacional, podría ganar la primera vuelta en las elecciones presidenciales. Por su parte, el presidente François Hollande, cada vez más impopular, se está viendo presionado para actuar contra el campamento de Calais.
A principios de este año el gobierno envió excavadoras para derribar la mitad sur del campamento. Ahora, el ministro del Interior ha prometido desmantelar el resto, aunque no ha dado una fecha concreta.
Por su parte Gran Bretaña ha financiado la construcción de un muro de seguridad a lo largo de un kilómetro de la carretera que lleva al puerto de Calais, lo que algunos ven como el muro que Trump quiere construir en la frontera con México.
En Francia se han construido 150 centros de acogida, y los trabajadores sociales que trabajan en «la jungla» intentan convencer a sus moradores que soliciten el asilo en Francia.
Por su parte, Nicolas Sarkozy, con la vista puesta en las elecciones presidenciales de abril, ha declarado que Gran Bretaña también debería construir un centro de acogida en su lado de la frontera.
