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Lunes, 29 de Febrero de 2016 09:40
El alto el fuego en Siria trae un respiro a los equipos médicos
Karam al-Masri y Maher al-Moines, Agence France-Presse, Damasco
En Alepo, la segunda ciudad de Siria, los equipos de rescate han estado aprovechando la tranquilidad para jugar al fútbol. Por primera vez en varios años, no tienen que salir a rescatar a nadie. Los médicos y equipos de emergencia en una Siria devastada por la guerra suelen trabajar todo el día en condiciones difíciles para tratar de salvar vidas.

Desde que comenzó el conflicto en 2011, los voluntarios han estado sacando a civiles de entre los escombros tras los ataques aéreos y tratando de curar a las víctimas de los bombardeos y los francotiradores de forma casi ininterrumpida. Por eso, cuando el alto el fuego entró en vigor en la mayor parte del país, muchos respiraron aliviados.

"Había días en los que recibíamos hasta 50 llamadas en cada uno de nuestros 114 centros de todo el país, dice Abdelrahman, un portavoz de los llamados "Cascos Blancos". Pero después de que comenzara el cese de las hostilidades, dice, el número de peticiones de ayuda se ha desplomado. Ahora tenemos unas diez lamadas entre todos los centros".

Los voluntarios creen, incluso, que podrán tomarse algún día libre, aunque muchos temen la calma antes de la tormenta.

En Twitter, los "Cascos Blancos" han publicado una foto de la puerta de una de sus sedes con un cartel que dice: "cerrado debido a la tregua". Sin embargo, permanecen alerta.
La ciudad de Alepo muestra las cicatrices de los bombardeos, después de haber sufrido uno de los enfrentamientos más intensos de la guerra. La ciudad está dividida en dos, por una línea de sangre que separa la zona controlada por el gobierno, el oeste, de la controlada por los rebeldes, el este.

El doctor Hamza al-Jatib, que dirige un hospital en un barrio del este controlado por los rebeldes, expresa su felicidad por el descenso de las víctimas desde la entrada en vigor del alto el fuego. "En los últimos dos días no hemos recibido ningún herido. Sin embargo, el número de pacientes con otras enfermedades que acuden a nuestras clínicas ha aumentado", añade Jatib.

Los pacientes con diabetes y otras enfermedades crónicas tenían miedo y no acudían a los hospitales por temor a los bombardeos. Ahora parece que intentan recuperar sus tratamientos. El hospital en el que trabaja Jatib también ha sufrido los rigores de la guerra y ha recibido impactos de artillería. Ahora el personal trabaja con otro tipo de lesiones que casi habían dejado de ver, como las provocadas por accidentes de tráfico.

Al oeste de la capital, en el bastión rebelde de Daraya, el alivio por el cese de los bombardeos también es patente. "Después de que comenzara el alto el fuego también dejamos de recibir heridos. Ahora nos llegan mujeres y niños, que estaban refugiados en los sótanos para hacerse chequeos o continuar sus tratamientos interrumpidos", dice Diaa al-Ahmar, médico en el único hospital de Daraya.

Sin embargo, el bloqueo al que está sometida la ciudad por parte de las fuerzas gubernamentales, supone que el hospital no cuenta con los medios suficientes para atender a sus pacientes.

"La gente sigue muriendo en la ciudad debido a la falta de material y medicinas," dice Ahmar.
 


 
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