Miércoles, 23 de Septiembre de 2015 09:24 |
Gran Bretaña decide acoger 20.000 sirios y los eritreos reclaman el mismo trato
Por Joseph D'Urso - Thomson Reuters Foundation
Dos jóvenes eritreos, recién llegados del norte de Inglaterra después de pagar contrabandistas miles de dólares para llevarlos a través del desierto del Sahara, el Mar Mediterráneo y el Canal de la Mancha, esperan que el gobierno británico les permita quedarse. Mientras que Gran Bretaña se ha comprometido a abrir sus puertas a 20.000 sirios que huyen de su país en una crisis sin precedentes, los eritreos que tratan de escapar de la violencia, la persecución y la pobreza temen que sus solicitudes de asilo sean rechazadas.
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Todas las pertenencias de un refugiado eritreo en Reino Unido
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La mayoría de las solicitudes de asilo que se han recibido en Gran Bretaña hasta el mes de junio han sido de eritreos, pero dos terceras partes han sido rechazadas. El año pasado sólo se rechazaron el 14 por ciento. Adnom, de 25 años y Meron, de 22, que viven en Brandford, a 278 km al norte de Londres, diden estar preocupados por el endurecimiento del gobierno británico, que afirmó que los eritreos rechazados serían devueltos a su país. Ambos tienen miedo de regresar, Adnom por su religión cristiana, y Meron porque escapó del interminable servicio militar. Si regresan se enfrentan a penas de prisión e incluso a la pena de muerte.
Estos dos jóvenes son dos de los más de 360.000 eritreos que han huido de un país de apenas 6,3 millones de habitantes, y forman parte del tercer grupo más numeroso de los refugidos y migrantes que han llegado a Europa.
Eritrea, una de las naciones más pobres y represoras de África, introdujo el servicio militar obligatorio en 1995. Los defensores de los derechos humanos aseguran que el servicio militar constituye en realidad trabajos forzados, y miles de eritreos huyen cada año para evitarlo.
Adnom y Meron hicieron el viaje a Gran Bretaña por separado, pero hicieron más o menos la misma ruta a través de Etiopía, Sudán, Libia, Italia y Francia. Sus familias vendieron sus bienes para obtener los 3.000 dólares necesarios para pagarles el viaje, que fue tan duro que vieron cómo muchos compañeros murieron por las penalidades, sobre todo la falta de agua. Sólo el pasaje del barco que les llevó a través del Mediterráneo les costó 2.200 dólares. Partieron de Libia y fueron recogidos en el Mediterráneo y llevados a Sicilia. Algunos de sus amigos partieron horas más tarde y fallecieron en un naufragio.
Desde Sicilia viajaron a Italia. Meron vivió en las calles de Roma durante un mes, y Adnom logró llegar a Verona. Ambos querían, sin embargo, llegar a Gran Bretaña. Atravesaron Francia y pasaron varias semanas en lo que llaman "la jungla", un campo en Calais, donde viven má de 3.000 migrantes que tratan de llegar a las islas británicas. Por fin lograron colarse como polizones en uno de los trenes que atraviesa el túnel del canal y llegaron al Reino Unido.
Después de presentarse a las autoridades británicas nada más llegar, fueron trasladados a Wakefield, en el norte de Inglaterra, donde fueron registrados y ubicados en las cercanías de Bradford. Reciben unas 150 libras al mes para subsistir. Ahora están a la espera de sus solicitudes de asilo, pero ambos temen por su seguridad si se envía de vuelta.
Adnom trabajó como electricista en el ejército de Eritrea durante siete años, ocultando su religión a sus compañeros. Fue detenido mientras asistía a un servicio religioso, considerado ilegal. Estuvo diez días encerrado en un calabozo y le amenazaron con la cárcel si reincidía.
Meron estaba estudiando en la capital de Eritrea, Asmara, antes de ser reclutado por el ejército. Después de un año trabajando en un campamento del ejército huyó, a pie de la frontera con Etiopía y fue disparado por guardias fronterizos cuando cruzó.
Zoe Gardner, miembro de la organización humanitaria Asylum Aid, asegura estar "muy preocupado" por la dureza que está adoptando Reino Unido contra los solicitantes de asilo eritreos, basada según él en informaciones erróneas sobre Eritrea. Gran Bretaña cambió su política sobre ese país después de recibir garantías del gobierno de Eritrea y un informe del Gobierno danés, que dijo que Eritrea no era tan peligrosa como se pensaba. Sin embargo esta información ha sido rechazada por organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
"Hay una tendencia a retratar a los sirios como verdaderos refugiados y a los africanos como migrantes económicos, lo que que está completamente fuera de la realidad ", dijo.
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