Un estudio publicado en Lancet demuestra que los nuevos fármacos contra la malaria pueden ser utilizados en mujeres embarazadas
Los nuevos fármacos, basados en tratamientos combinados con artemisinina (ACT), están revolucionando los tratamientos contra la malaria, pero hasta ahora no se utilizaban para tratar a mujeres en sus primeras etapas del embarazo por temor a que pudieran dañar al embrión.
|
|
Una mujer y su hijo bajo una red anti-mosquito. Foto IRIN
|
|
|
|
|
|
|
Ahora, un estudio a gran escala llevado a cabo en el norte de Tailandia, y publicado en The Lancet, ha proporcionado cierta seguridad de que cualquier riesgo de daño se ve compensado por los beneficios que proporcionan.
La malaria es un riesgo importante para todas las mujeres embarazadas expuestas al parásito. Estar embarazada hace más vulnerables a las mujeres a la infección y mucho más propensas a desarrollar síntomas completos de la malaria, incluso si normalmente tiene un buen nivel de resistencia a la enfermedad. Se estima que la malaria causa por lo menos 10.000 muertes de mujeres embarazadas al año en el África subsahariana. También es causa de abortos involuntarios, y conduce a la anemia materna y bajo peso al nacer.
Un tratamiento rápido y eficaz es muy importante, pero ha sido difícil, especialmente para las mujeres en los primeros tres meses del embarazo. El tratamiento con Artemisina, el fármaco de elección de la Organización Mundial de la Salud, usado en combinación con otros, se cree que puede causar aborto involuntario, y en pruebas con animales, que es reabsorbido por el feto en algunos estudios, y por tanto no se recomienda en las fases iniciales del embarazo. Los médicos optan por tratar en estos casos con cloroquina, aunque cada vez hay más resistencia, o con quinina, que tiene efectos secundarios.
Daniel Chandramohan, especialista en malaria en el embarazo en la London School of Hygiene and Tropical Medicine, dice que una paciente en primera fase de embarazo y con malaria es algo que temen todos los médicos. El tratamiento con quinina, que es lo habitual, supone tomar la medicación durante siete días, lo que no es bueno para la mujer, no sólo para el feto.
"Las mujeres embarazadas suelen ser excluidos de los ensayos de nuevos medicamentos, y todos los prospectos de las compañías farmacéuticas dicen que" no se recomienda durante el embarazo". Pero si tienes una paciente embarazada, ¿qué haces? La responsabilidad recae en el médico, porque las compañías farmacéuticas no quieren incurrir en responsabilidad”.
Es evidente que hay una necesidad apremiante de saber si el ACT es seguro en el embarazo temprano, pero no es algo fácil de establecer. No se puede hacer un ensayo clínico con embarazadas por temor a causar daños a los pacientes Y con otros métodos estadísticos es complicado por la dificultad de encontrar muestras suficientemente frandes y fiables de mujeres embarazadas que hayan tomado un medicamento concreto en zonas rurales y poco desarrolladas.
Rara oportunidad
Sin embargo, el grupo de Investigación de la Malaria de Shoklo, en la frontera entre Tailandia y Birmania, proporcionado una oportunidad única. Se organizaron clínicas de refugiados e inmigrantes en la zona fronteriza y alentó a las mujeres embarazadas a venir para el tratamiento precoz. Y debido a que esta fue una de las primeras áreas en mostrar resistencia a otros medicamentos, también fue una de las primeras en utilizar ATC en gran escala, por lo que es inevitable que algunas mujeres embarazadas sin saberlo recibieran el tratamiento. La terapia ATC también se aplicó a mujeres en primeras fases de su embarazo si la malaria era muy grave o no respondía a otros tratamientos.
Los datos recogidos en los registros médicos permitieron saber que de 48.000 mujeres tratadas en un período de 20 años, 908 mujeres estaban embarazadas de hasta tres meses y de ellas 770 habían sido tratadas con cloroquina, quinina o atresunate. El estudio mostró un 34% de abortos espontáneos, el triple que los registrados entre mujeres no enfermas de malaria.
Pero lo más importante es que este riesgo no parece estar en relación con los fármacos utilizados para tratarlas. Las tasas de aborto involuntario fue de 26 por ciento para los tratados con cloroquina, un 27 por ciento de la quinina, y el 31 por ciento para el artesunato, a pesar de que este último incluye los grupos de alto riesgo, y aquellos para quienes otros tratamientos habían fracasado. Las mujeres que habían recibido inadvertidamente ACT registraban una tasa inferior de abortos: 24 por ciento.No había señales de que alguno de los grupos tenían una tasa más alta de lo normal de defectos de nacimiento.
El equipo de la Unidad de Investigación de la Malaria Shoklo no pretende que sus hallazgos demuestren concluyentemente que el ACT es seguro, pero creen que en general, estos resultados “sugieren que los efectos adversos de la malaria en el primer trimestre superan ampliamente los posibles efectos adversos de su tratamiento”. Es decir: es peor la malaria que el tratamiento. “Ha llegado el momento de volver a evaluar el tratamiento de la malaria en el embarazo temprano”.
Las reacciones a los resultados
Los resultados del grupo han sido recibidos con optimismo por expertos e investigadores en zonas endémicas de malaria, como Kenia, que destacan precisamente que, a pesar de la muestra es pequeña, parece que los resultados proporcionan un nivel de seguridad en relación con el riesgo potencial asociado con la exposición a la artemisinina en el embarazo temprano, en comparación con el riesgo cierto de la malaria. Para estos expertos, lo que se demuestra claramente es que la malaria asintomática se asocia con un alto riesgo de aborto, lo que impulsará a las autoridades de salud pública de los países con malaria a que estimulen a las mujeres a que acudan a las clínicas en fases más tempranas del embarazo.
|