Colombia, ¿y ahora qué?
Días después de que Colombia votara "no" a los términos de un acuerdo de paz entre el gobierno y el grupo rebelde de las FARC, el país todavía está tratando de digerir el inesperado resultado y lo que significará en el largo camino hacia la paz.
Erika Piñeros. IRIN
El "sí" habría allanado el camino para poner fin a más de medio siglo de combates entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. El conflicto con las FARC y otros grupos armados se ha cobrado más de 260.000 vidas, la mayoría de ellos civiles, y desplazado a casi siete millones de personas. Sin embargo, poco más de la mitad (50,21 por ciento) de los que emitieron su voto el domingo votaron "no" a la pregunta: "¿Apoya el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?"
En las horas que siguieron al anuncio del resultado, tanto el gobierno como las FARC emitieron declaraciones llamando a la calma y haciendo hincapié en que el alto el fuego firmado en junio se mantendría en vigo, a pesar de los resultados. Por su parte, el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias "Timochenko", insistió en que el acuerdo de paz firmado el 26 de septiembre era legalmente vinculante, con independencia del resultado del referéndum. Sin embargo, el martes por la noche, el presidente Juan Manuel Santos anunció que el alto el fuego finalizaría el 31 de octubre. Londoño respondió en Twitter: "¿De ahí para adelante continúa la guerra?"
Esa es la pregunta que ahora se cierne sobre el país, polarizado en los días previos al plebiscito, debido, entre otras cosas, a la campaña para el Sí o el No. Legalmente, el Gobierno tenía que haber hecho una campaña educativa y pedir a los ciudadanos que fueran a votar, pero se implicó en la campaña por el Sí. La oposición, sin embargo, pidió el "No al acuerdo". Para algunos analistas, se trató de una campaña política, no de información.
Falta de información
Entre los desplazados, por ejemplo, había muy poca información sobre el contenido del Acuerdo y en algunas zonas, como el norte de Santander, el voto por el "No" fue masivo.
Tradicionalmente Colombia tiene unas bajas tasas de participación en las consultas electorales. Esto se reprodujo en el referéndum: tan sólo acudió a votar el 38 por ciento de los votantes registrados. Es la tasa de participación más baja desde 1994. También se registró la tasa de votos nulos en medio siglo, a pesar de que sólo había que marcar Si o No.
Parte del problema puede haber sido el breve espacio de tiempo disponible para que se registraran los nuevos votantes: sólo cinco semanas entre el anuncio del día del plebiscito y la votación. En un país con una de las tasas de desplazados más altas del mundo, muchos no tuvieron oportunidad de emitir su voto: por la dificultad económica para regresar a sus zonas de origen, o por inseguridad o temor.
Los votantes del "no" han tenido mucho interés en dejar claro que ellos no rechazan la paz, sino los términos del Acuerdo: amnistía para los crímines de guerra confesados, o participar en la política nacional. Muchos votantes consideraron que los términos no eran justos ni transparentes, o que el Acuerdo no alcanzó a otros grupos armados.
El pasado mes de junio, antes de que se convocara formalmente el referéndum, el presidente Santos advirtió en el Foro Económico Mundial que si los colombianos rechazaban el acuerdo de paz, las FARC estaban preparadas para regresar a la guerra, y que el gobierno contaba con información que indicaba que iniciarían una guerra urbana aún más destructiva que la guerra rural. Puede que lo dijera para atemorizar a los votantes, o puede que no.
Pro su partel, el líder de la oposición y del "No", el ex presidente Alvaro Uribe, tiene previsto reunirse con Santos para presentar demandas de su partido para un acuerdo de paz renegociado.
"Nuestros estándares de justicia, la reparación, la atención a las víctimas y la verdad tienen que ser más altos", dijo el portavoz de la oposición y ex vicepresidente Francisco Santos. "Vamos a trabajar con el gobierno para tratar de redirigir este acuerdo."
Pero las FARC pueden no estar dispuestos a ceder en los principales puntos de fricción con Uribe, como el tiempo de prisión esus líderes, el pago de indemnizaciones a las víctimas o la prohibición para que los culpables de crímenes accedan a la función pública.